Se dice: “Al enemigo, ni agua”. Es un error. Al enemigo siempre hay que darle agua, agua muy fresca a ser posible, sí, pero envenenada. Sólo de esa manera sabrá que somos piadosos (saciamos su sed), pero también rencorosos (le damos puntilla). Conviene ser un caballero.
Hace 20 horas