Harold Lloyd fue uno de los grandes genios del cine mudo pero, por alguna razón que se me escapa, hoy permanece un poco olvidado, o a la sombra de otros maestros, como Buster Keaton y Charles Chaplin. Tal vez, para remediar ese olvido, una distribuidora lanzó en marzo un paquete que contiene tres discos que abarcan los cortometrajes y una película de casi una hora de duración de los años 1918-1922. Se supone que, como en Estados Unidos, esta iniciativa se prolongará, hasta ofrecernos unos cuantos de estos packs que incluyan, si no el total de su filmografía, sí sus obras más conocidas. Por ejemplo, en esta primera entrega no está “El hombre mosca”, que conocemos todos: data del año veintitrés. Basta revisar “El hombre mosca” para cerciorarnos de la genialidad acrobática de Lloyd, su talento para el visaje y para encarnar a pobres tipos con gafas que tienen miedo del mundo y de sus peligros, pero que al final se redimen. Una especie de hombre enclenque como Woody Allen, pero cambiando el talento para la verborrea como modo de luchar por el talento para la acrobacia. Gracias a este pack vi el otro día la película de unos sesenta minutos titulada “El mimado de la abuelita”. Es la historia de un hombre (Lloyd, of course) sin coraje, enamorado de una vecina. Su problema es que en el colegio le pegaban y hoy, ya adulto, también recibe las burlas y los pescozones de su rival en el amor. Hará falta que su abuela, con la que vive, le cuente la historia de cómo recobró su abuelo la valentía cuando recibió un amuleto protector, para que Lloyd se lance a perseguir a un asesino y a desenmascarar a su rival. Las escenas en las que captura a ese asesino y, por su torpeza, una y otra vez se le vuelve a escapar, son antológicas.
Otro tipo de comedia, totalmente distinta y gamberra, es “Mallrats”, que he recuperado en una edición extendida que montó su director, Kevin Smith. “Mallrats” duraba hora y media y ahora tiene dos horas. En su día fracasó en las taquillas, pero se ha ido convirtiendo en obra de culto gracias al vídeo. Les aseguro que es una de las películas ideales para poner en las reuniones de amigos. Y además salen Jay y Bob el Silencioso, dos iconos de la comedia contemporánea. Amén de las apariciones de unos jóvenes Ben Affleck, Jason Lee (lo mejor de la cinta), Ethan Suplee, Claire Forlani y Shannen Doherty. Con media hora más el argumento cambia. Los actos de ciertos personajes se entienden mejor, y el odio del padre de la novia hacia el prometido de ésta es más evidente. Después de “Mallrats” en edición extendida recomiendo la última película de Kevin Smith, o sea, “Clerks 2”. A mí me gustó más que la primera. No aconsejo que la vean en familia, no es un filme para niños ni para abuelas. Dicen tantas burradas por minuto que alguien puede escandalizarse. Tocan varios tabúes. Pero lo que subyace en esta historia sobre dos dependientes de colmado es la necesidad, a los treinta y tantos, de decidir de una vez qué harás con tu vida. Si agacharás el espinazo para ser como la sociedad pretende que seas, o si, por el contrario, harás sólo que le deseas hacer. Después del pastel de “Jersey Girl”, Smith regresa a lo bestia.
Otra distribuidora ha puesto a la venta un pack de Mel Brooks. Siete filmes: “Máxima ansiedad” (parodia de Hitchcock), “La loca historia del mundo”, “Qué asco de vida”, “La última locura” (homenaje al cine mudo), “Soy o no soy” (homenaje a Lubitsch), “El misterio de las doce sillas” y “El jovencito Frankenstein” (parodia de los clásicos de terror de la Universal). En mi infancia Brooks lograba que me desternillase. Tendré que revisarlas, para comprobar si el efecto es el mismo.