miércoles, abril 04, 2018

En Aleteia: Wind River





Próximamente: La epifanía de las 3 A:M


De Brian Kiteley. En Pálido Fuego.

Cartel de Terminal


Mi séquito silencioso, de Charles Simic



A los sueños

Aún vivo en todas las viejas direcciones,
llevo gafas oscuras, incluso en el interior,
donde las confidencias comparten mi cama
con los fantasmas, entrando en la cocina

a medianoche para comprobar el grifo.
Salgo tarde hacia el colegio y cuando llego
nadie parece reconocerme. Permanezco
sentado, indefenso, ignorado y vacío.

Esas pequeñas tiendas que solo abren de noche
donde hago mis discretas compras.
Esos cines escondidos en barrios miserables
aún proyectan las borrosas películas de mi vida.

El héroe, siempre lleno de extravagante ilusión,
¿perdiéndolo todo al final -sea lo que sea-?
Entonces salgo a la luz fría y carente de fe
esperando a la salida con la boca cerrada.

**

Autostopistas

………………..sobre una foto de Walker Evans de los años treinta


Tiempos duros les empujaron pronto
a este lúgubre trozo de carretera
llevando una maleta y un colchón enrollado
con una sartén atada, del tipo que usarías
sobre un fuego de campamento
cuando usas por almohada un tronco con musgo.

Él tiene esperanza y ella vergüenza
de pedirle a un extraño que les lleve
lejos de aquí en una nube en la que vuelan
polvo y grava, a través de los árboles sin hojas
con sus pequeñas, enredadas y afiladas ramitas.
Un hombre y una mujer esperando un paseo
hacia donde el agua sabe a vino de cerezas.

Ella trabajará como criada o camarera,
él servirá gasolina o robará bancos.
Se comprarán un coche tan grande
como uno fúnebre para escapar rápido,
y no se olvidarán de parar por ti, caballero,
si a ti mismo te llega la mala suerte.


[Vaso Roto. Traducción de Antonio Albors]

How to Talk to Girls at Parties: 2 carteles



Cartel de First Reformed


lunes, marzo 26, 2018

La ley de Carter, de Ted Lewis


En 2017 los editores de Sajalín publicaron por primera vez Carter, la novela de Ted Lewis que inauguraba la trilogía protagonizada por Jack Carter, un sicario británico sin escrúpulos. Aunque ese libro fue adaptado tres veces al cine, la imagen asociada al mismo y al personaje será siempre la de Michael Caine en los 70.

Haciendo recuento de los libros que más me gustaron el año pasado, compruebo que uno de los que más me hicieron disfrutar fue esa novela de Ted Lewis, un escritor con un estilo muy personal, cuyas tramas van siempre al grano y que explica y describe lo justo para no caer jamás en el exceso: Lewis sigue, de alguna manera, la tradición narrativa norteamericana, cuyos escritores son capaces de hacer literatura sólo con la visita de un tipo a una cafetería y los diálogos que se originan en ese espacio donde se encuentran y desencuentran las personas, y donde en cierta manera se le toma el pulso a las ciudades, a la época, al género. Véanse, por ejemplo, cómo las secuencias que transcurren en las cafeterías de la serie The Deuce sirven de eficaz muestra sobre una década y una forma de vida y las conductas aparejadas con todo esto.

Quien haya leído Carter, sabrá que era difícil o imposible continuar más allá de lo que nos contaron. Por eso Ted Lewis escribió algo que hoy está muy de moda, pero que hasta donde yo sé no lo estaba tanto en los 70: escribió una precuela, una historia sobre cómo trabajaba Carter en Londres antes de irse a su localidad natal para averiguar quién y por qué había matado a su hermano, una historia previa, por tanto, al primer libro.

En La ley de Carter tenemos a un criminal que está a punto de delatar a los suyos a la policía. Y Jack Carter se moverá con rapidez para impedir que el soplón salve el culo y joda a los demás. Eso supone rastrear la ciudad, apretarles las tuercas a unos cuantos, correr riesgos diarios. Es curioso lo que ocurre con el personaje porque, siendo un individuo tan implacable, tan desalmado, tan negativo aunque estricto con su código de honor, en el fondo nos cae bien, sentimos cierta simpatía por él (aunque no empatía), del mismo modo que sucedía, por ejemplo, con Michael Corleone o Tony Soprano. Si en estos dos casos era una virtud de los guionistas y de los actores que los interpretaron, aquí todo obedece a la maestría de Ted Lewis, que convierte al narrador en esa clase de tío que nos mete miedo, pero al que a veces (sólo a veces) llegamos a comprender.

Si ya han publicado dos de las novelas de Carter, esperemos que en Sajalín no dejen escapar la tercera y podamos disfrutarla el año que viene. Incluso aunque fuera más floja, nos da igual: unas líneas de Carter valen más que muchas de las novedades que luego algunos críticos aúpan a los altares. Aquí va un fragmento:

Subo las escaleras del bar remodelado de Waterloo Staton. Sí, es todo alfombras y adornos, y cuenta con una iluminación suave y colores elegantes, pero aun así no ha perdido la tradición de los Ferrocarriles Británicos; todavía consigue dar esa impresión de suciedad, ceniceros sin vaciar y mugre. Hagan lo que hagan, eso nunca cambiará.
Pido una copa y me quedo de pie en la tribuna acristalada que asoma justo por encima del gentío que pasa por el vestíbulo de la estación. El sistema de megafonía impone el espíritu navideño a los transeúntes escupiéndoles la canción "God Rest Ye Merry Gentleman", pero a juzgar por la expresión de las caras, nadie hace caso de la música. Lo más que se acercará esta gente al espíritu navideño de fraternidad será para compartir el pensamiento siguiente: ¿por qué no se va a tomar por culo este cabrón que tengo delante?


[Sajalín Editores. Traducción de Damià Alou]

Cartel de Anything


L'Empereur de Paris: primer cartel


Cartel de Krystal


miércoles, marzo 21, 2018

En Aleteia: Aniquilación





Próximamente: La mujer singular y la ciudad


De Vivian Gornick. En Sexto Piso.

Trailer de Sicario: Day Of The Soldado


Cartel de Avengers: Infinity War


George Orwell fue amigo mío, de Adam Johnson



Adam Johnson recibió el National Book Award por este conjunto de relatos, seis en total, y todos ellos de una calidad muy alta. Dos, en concreto, son demoledores: "Nirvana", en el que un hombre narra lo que le ocurre a su mujer (parálisis, se supone que temporal) en un tiempo en el que él ha inventado una especie de proyección del presidente porque en su trabajo se dedica a programar y crea a un gobernante con el que conversar para que nos proporcione consuelo; y "Datos interesantes", cuya narradora es una madre que ha enfermado de cáncer, y que va recopilando muchos datos de diversos temas y que suelta sentencias dolorosas (Pero a veces tienes el cerebro embotado por la quimio y andas así así de equilibrio, y las uñas te pican una barbaridad y no quieres hablar con nadie. Preparos para eso).

En cada relato, Adam Johnson cambia de tema y de tiempo y sorprende al lector con sus giros. Del primero, de corte más o menos futurista, salta a "Huracanes anónimos", ambientado en Nueva Orleans después del Katrina, o a Berlín, donde un hombre que trabajó para la Stasi descubre cómo el pasado regresa para recordarle un régimen de torturas y de vejaciones. Aquí va un fragmento del primer relato:

¿Se puede contar una historia que no empieza, sino que de pronto está sucediendo? La mujer a la que amas pilla la gripe. Nota un cosquilleo en los dedos, insensibilidad en las piernas. Pronto no puede sostener una taza de café. Lo que finalmente la lleva al hospital es que necesita hacer pipí, se muere de ganas; pero la parálisis ha empezado y la vejiga ya no oye al cerebro. Después de que un médico de urgencias le coloque un catéter de Foley, aprendes varios conceptos nuevos, como axón, arreflexia o polineuropatía periférica ascendente.
Charlotte dice que está llena de "ruido", que hay una "tormenta" en su interior.


[Seix Barral. Traducción de Carles Andreu]

Trailer de Tag


Próximamente: Pura vida


De Patrick Deville. En Anagrama.

Cartel de Always at The Carlyle


Gotti: 2 carteles



Cartel de If I Leave Here Tomorrow: A Film About Lynyrd Skynyrd