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miércoles, abril 04, 2018
Mi séquito silencioso, de Charles Simic
A los sueños
Aún vivo en todas las viejas direcciones,
llevo gafas oscuras, incluso en el interior,
donde las confidencias comparten mi cama
con los fantasmas, entrando en la cocina
a medianoche para comprobar el grifo.
Salgo tarde hacia el colegio y cuando llego
nadie parece reconocerme. Permanezco
sentado, indefenso, ignorado y vacío.
Esas pequeñas tiendas que solo abren de noche
donde hago mis discretas compras.
Esos cines escondidos en barrios miserables
aún proyectan las borrosas películas de mi vida.
El héroe, siempre lleno de extravagante ilusión,
¿perdiéndolo todo al final -sea lo que sea-?
Entonces salgo a la luz fría y carente de fe
esperando a la salida con la boca cerrada.
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Autostopistas
………………..sobre una foto de Walker Evans de los años treinta
Tiempos duros les empujaron pronto
a este lúgubre trozo de carretera
llevando una maleta y un colchón enrollado
con una sartén atada, del tipo que usarías
sobre un fuego de campamento
cuando usas por almohada un tronco con musgo.
Él tiene esperanza y ella vergüenza
de pedirle a un extraño que les lleve
lejos de aquí en una nube en la que vuelan
polvo y grava, a través de los árboles sin hojas
con sus pequeñas, enredadas y afiladas ramitas.
Un hombre y una mujer esperando un paseo
hacia donde el agua sabe a vino de cerezas.
Ella trabajará como criada o camarera,
él servirá gasolina o robará bancos.
Se comprarán un coche tan grande
como uno fúnebre para escapar rápido,
y no se olvidarán de parar por ti, caballero,
si a ti mismo te llega la mala suerte.
[Vaso Roto. Traducción de Antonio Albors]