miércoles, septiembre 09, 2009

Un día inolvidable

Es sábado y caminamos por León. Pierdo la cuenta de las horas que estamos por ahí, por sus calles, por los garitos del Barrio Húmedo. El hostal en el que nos alojamos incluye vistas al río. En el primer bar al que entramos a tomar una caña, el camarero nos pregunta qué queremos de tapa. Pedimos morcilla. La morcilla de esta tierra es gloriosa, se deshace en la boca. Las tapas suelen ser generosas. Vamos caminando a todas partes y eso es algo que yo echo de menos en Madrid, lo de ir a pie a cualquier sitio. Tarde o temprano, en la capital siempre hay un momento en el que terminas cogiendo el bus o el metro o, peor aún, un taxi. Tengo bastantes amigos viviendo en León. A la mayoría de ellos le encanta vivir allí. Nos metemos en el bar más antiguo de la ciudad, que yo no conocía porque he visitado pocas veces esta ciudad. Está en la Plaza Mayor, donde los comerciantes estaban retirando las mercancías del mercadillo cuando pasamos por allí. Se llama Casa Benito y fue fundado a principios del siglo XX. Se dice pronto. En una de las paredes tienen recortes de periódicos en los que hablan del bar. En otra, una fotografía viejísima del garito, en blanco y negro, en la que se ve a hombres con boina y rostro curtido, junto a la barra. El local ha cambiado muy poco o nada, nos cuentan. Nos sentamos en las terrazas de León, a veces al sol, a veces a la sombra, a veces mirando hacia La Catedral. El día transcurre con una rapidez asombrosa. Es lo que pasa cuando estás rodeado de amigos. De amigos de verdad y conversación amena.
Conocemos el Taxman, un garito que uno de mis colegas zamoranos me había recomendado varias veces. Situado en la Calle de Babia, es un homenaje a The Beatles, tal y como afirma su nombre. Para quien lo desconozca, “Taxman” es el título de la canción de apertura de uno de los mejores discos de la banda: “Revolver”. En el local ponen música de estos y otros músicos míticos, en las paredes cuelgan fotografías del grupo, portadas de sus discos y otra parafernalia relacionada con el universo beatle. Es una especie de pequeño museo donde poder tomar una caña mientras conversas. No sé cuántas horas se nos pasaron allí dentro, pero estábamos tan cómodos que no teníamos prisa por ir a ninguna parte. Cenamos en casa de uno de estos amigos, que nos ofreció su hospitalidad. Alrededor, montones de libros y el cartel de “Supervixens”. Nunca había pensado en el tono tan pop que este póster le confiere a una habitación. De regreso al hostal, preferimos ir a pie. Caminando por la noche leonesa, sin mucha idea de por dónde debíamos seguir. Recorrimos media ciudad guiándonos por la intuición. Sólo tuvimos que preguntar una vez, al llegar a un cruce de caminos. Yo llegué agotado al hostal. Fue un milagro que no nos perdiéramos.
Al día siguiente fuimos a comer al restaurante del Musac. La última vez que estuve allí me llevaron a comer la hamburguesa de buey. En el menú también ofrecen la hamburguesa de sepia y la de verduras. Mientras comíamos en la terraza, a la sombra, en un día claro y despejado, comentábamos la fama que están alcanzando las ensaladas y las hamburguesas del Restaurante Cidón del Musac. De hecho, ya va más gente a comer allí que a ver el interior del edificio. Y no me extraña. Son justamente célebres. León debe ser una buena ciudad para vivir. Me recuerda un poco a mi tierra, Zamora, pero con más oferta cultural, con más posibilidades, con más puentes para que el ciudadano cruce de una orilla a la otra. León es tierra de buenos escritores. Espero volver por allí en noviembre, o antes. Fue un placer pasar tantas horas en sus calles y en sus bares, abrazar a los amigos, charlar de esto y de aquello.