jueves, agosto 27, 2009

Majareta, de John Waters


John Waters es el Rey del Mal Gusto. Incluso él mismo alude a esa etiqueta. Yo no he visto todas sus películas ni creo que lo haga nunca: me horrorizó tanto ver a Divine a punto de engullir una mierda de perro (nunca vi la escena completa) que sólo me interesa su filmografía desde el momento en que se "amansa" un poco, es decir, a partir de Hairspray. Su libro Majareta, que necesita una reedición urgente, y que lleva por subtítulo Las obsesiones del autor de "Pink Flamingos", reúne varios de sus textos escritos para las revistas. Waters salta de sorpresa en sorpresa: entrevista a Pia Zadora, su "actriz de cine cutre favorita"; nos guía por Los Ángeles, donde entre otras cosas nos descubre que existe un museo sobre Russ Meyer; confiesa que va disfrazado a los cines donde ponen películas de arte y ensayo, uno de sus placeres culpables; incluye un divertido relato sobre las 101 cosas que odia y otro sobre las 101 cosas que ama; cuenta anécdotas sobre la época en la que fue a una cárcel a dar charlas a los presos; habla de William Castle y sus trucos para promocionar sus estrenos; o analiza Yo te saludo, María, la película de Godard que causó tanta polémica en su día (yo recuerdo que mi abuelo, entonces, recibió numerosas llamadas anónimas de gente que le amenazaba por si se le ocurría proyectar la película en el cine). Waters posee talento para la escritura y un sentido del humor y de la cultura popular que empuja a devorar sus artículos. Sólo a un tipo tan retorcido y depravado como él podría ocurrirle esto:
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Mi primera experiencia de “enrolle” en Hollywood ocurrió cuando intenté que me contratasen como director para un filme sobre La conjura de los necios, un libro que me había gustado mucho y el único proyecto por el que me he interesado que no he escrito yo mismo. La reunión pareció ir bien y el productor me escuchó atentamente, pero no he vuelto a saber de él. No me dio nunca el “no” oficial. Hasta un año después no me imaginé el porqué. Le había entregado un ejemplar del libro que incluía una foto mía junto a un asesino que había matado a mucha gente al que conocí a causa de mi incansable interés por la psicología anormal. Desgraciadamente, ese sujeto había matado a uno de los mejores amigos del productor. Sentí vergüenza. ¡Claro que no conseguí el empleo!