El crucificado planeta Tierra
debería encontrar una voz
y sentido de la ironía
para poder decirnos
ahora que ya hemos abusado de él:
“Perdónalos, Padre,
porque no saben lo que hacen”.
La ironía sería
que sí sabemos
lo que hacemos.
Cuando el último bicho viviente
haya muerto por nuestra culpa,
qué poético sería
que la Tierra pudiera decir,
con su voz alzándose,
tal vez,
desde el fondo
del Gran Cañón:
“Se acabó”.
A la gente no le gustaba estar aquí.
Kurt Vonnegut, Un hombre sin patria
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