La semana pasada uno de mis primos me dijo que tenía que irse a una convención en San Diego, California. Por motivos de trabajo, le toca viajar a menudo a Estados Unidos. Aunque vayas al Caribe, si viajas por trabajo al final el viaje es sólo una tarea, una carga, algo que tienes que asumir con paciencia para sortear los escollos que se te presentan: los largos trayectos en avión, las esperas eternas en los aeropuertos, tal vez la soledad y el aburrimiento si vas solo, el alojamiento en hoteles y moteles, la búsqueda de taxis o el manejo de un idioma que no es el tuyo. Mi primo no tenía ganas de ir allí. Un día o dos antes de marcharse me dijo por teléfono que le esperaba una estancia de una semana en San Diego y que no le apetecía. Le tocaba asistir a una convención de cómic. Y el día de su partida, leyendo las noticias de cine como cada mañana, vi que durante esa semana se celebraba en San Diego la popular Comic Con. Este evento empezó siendo un escaparate de proyectos del cómic y se ha convertido en un foco de atención no sólo para el tebeo, sino también para el cine y los videojuegos. Este año, además, la importancia de la Comic Con se acentuó con la presencia de gente como Johnny Depp, Tim Burton, Terry Gilliam o Peter Jackson, que fueron allí a presentar sus últimas películas.
El día que comenzó la Comic Con de este año le escribí un correo electrónico a mi primo, diciéndole que me daba envidia que se hubiera ido a esta convención porque siempre es una fuente inagotable de noticias y de proyectos y es uno de los lugares donde exhiben por primera vez los carteles y los primeros trailers de muchas películas. Su respuesta no fue nada entusiasta. Dijo que había tanta gente que no se podía ni andar por los pasillos. Que nunca había visto a tanto friki junto en toda su vida. Que la gente iba disfrazada de sus personajes favoritos del cine, del cómic o de la televisión. Que no paraba de encontrarse con un tío que se había puesto el casco de Darth Vader y no se lo quitaba. Que la gente vestía en plan hawaiano.
Pero en San Diego han presentado, por ejemplo, unos minutos de la tan esperada película de James Cameron, “Avatar”, que se supone será revolucionaria en cuanto a los efectos visuales. Y el primer trailer de “Tron Legacy”, la tardía secuela de aquella peli que nos fascinó en los ochenta. Y el teaser de “Alicia en el País de las Maravillas”, adaptada esta vez por Tim Burton, que me parece el tipo más indicado para traducir en imágenes la deslumbrante novela de Lewis Carroll. Leí “Alicia en el País de las Maravillas” y “Alicia a través del espejo” hace poco, y lamenté no haberlo hecho antes; pero siempre nos despistó la película de dibujos animados de Walt Disney: no estaba mal, aunque no capturaba la esencia del clásico. Por la Comic Con se han paseado estos días otras estrellas: Gary Oldman, Megan Fox, Robert Downey Jr., Cameron Díaz o Denzel Washington. Según un reportaje de El País, el año pasado acudieron unas ciento veintiséis mil personas. De ahí su importancia. E incluso “la venta de entradas para su próxima edición ya está abierta” (Rocío Ayuso, El País). La información relativa a los proyectos se ha podido seguir por Twitter. Y es que muchos directores, guionistas, productores e intérpretes anuncian en San Diego sus próximas películas. Admito que a mí me gustaría ir algún año. Lo que no sé es si podría soportar a tanta gente disfrazada. Ese rollo friki no me va. Eso de ir al cine disfrazado de personaje de “Star Trek” o “La guerra de las galaxias” me parece un incordio.