Compré un día “Ojo al cine” y “El cuento de mi vida”, del colombiano Andrés Caicedo (1951 – 1977). Ambos me costaron un dineral. El segundo me gustó. He leído 120 páginas del primero, un tocho que recoge sus escritos sobre cine. No me importa estar en desacuerdo con un autor, pero el gusto de Caicedo bordea lo inadmisible en un cinéfilo: detesta “El padrino” 1 y 2, pone a parir a Clint Eastwood y a Don Siegel, incluye en películas de ínfima calidad a “El golpe”, “El exorcista”, “Dos hombres y un destino”, “Serpico”, “La hija de Ryan”, “El graduado”… Sencillamente: no puedo seguir leyendo a alguien que se equivocó tanto. El tiempo lo ha demostrado: lo que le parecía mierda hoy son clásicos.
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