David González me recomendó este poemario del cantante, compositor y guitarrista Dave Alvin, que formó parte de bandas como The Knitters o The Blasters (aparecían en Calles de fuego) y luego enfocó su carrera en solitario, obteniendo varios premios. En sus poemas/canciones encontramos un espíritu deudor del hombre que vive de continuo en las carreteras americanas, entre gira y gira, frecuentando moteles, bares de camioneros y salas pequeñas donde se celebran conciertos y jam sessions. Te gustará si te gustan Bob Dylan, Charles Bukowski, Bruce Springsteen y Jack Kerouac, pues sus historias son deudoras de sus textos: la bebida, el camino, las mujeres, los músicos en la cuneta, los desiertos, las resacas, los valles. Creo que en Lenoir aún se podrán encontrar ejemplares. Merece la pena hacerse con el libro y disfrutarlo. Estos días colgaré más de un poema. Hoy os dejo con éste:
BLUES DEL ATARDECER
De pie en el umbral de la puerta de tu cocina,
fumando otro cigarrillo,
te miro mientras preparas una taza de café.
Tu pelo hacia atrás,
aún húmedo de la ducha
y tu cara limpia
sin el maquillaje de anoche.
Los dos descalzos.
Los dos callados.
Los dos con resaca
de la noche anterior
y agotados de
hablar y discutir
y hablar y discutir
todo el día.
Anoche todo era fácil,
cuando estábamos borrachos
y calientes
y todo en el mundo tenía sentido.
Mañana por la mañana
tengo que volver a casa
y no sé si quieres que me quede
o me vaya
y, quizás, tú tampoco lo sepas.
Veo a lo lejos una tormenta de relámpagos
en el cielo púrpura del atardecer
y escucho la lluvia suave
contra el tejado.
Nos miramos el uno al otro
desde los extremos de la cocina,
sin decir nada
y apartamos la vista.
Pienso en un antiguo blues
y lo canto para mí,
………….Quiero abrazarte, nena,
………….pero no sé qué decir.
………….Quiero besarte, nena,
………….pero temo que me rechaces.
y quisiera que pudieras oírme
y quisiera poder oír el blues
que cantas para ti.
De pie en el umbral de la puerta de tu cocina,
fumando otro cigarrillo,
te miro mientras preparas una taza de café.
Tu pelo hacia atrás,
aún húmedo de la ducha
y tu cara limpia
sin el maquillaje de anoche.
Los dos descalzos.
Los dos callados.
Los dos con resaca
de la noche anterior
y agotados de
hablar y discutir
y hablar y discutir
todo el día.
Anoche todo era fácil,
cuando estábamos borrachos
y calientes
y todo en el mundo tenía sentido.
Mañana por la mañana
tengo que volver a casa
y no sé si quieres que me quede
o me vaya
y, quizás, tú tampoco lo sepas.
Veo a lo lejos una tormenta de relámpagos
en el cielo púrpura del atardecer
y escucho la lluvia suave
contra el tejado.
Nos miramos el uno al otro
desde los extremos de la cocina,
sin decir nada
y apartamos la vista.
Pienso en un antiguo blues
y lo canto para mí,
………….Quiero abrazarte, nena,
………….pero no sé qué decir.
………….Quiero besarte, nena,
………….pero temo que me rechaces.
y quisiera que pudieras oírme
y quisiera poder oír el blues
que cantas para ti.