Tras la sequía editorial de verano, vuelven a llenar de novedades las mesas de las librerías. Voy con mi lista en la mano para comprobar si han salido ciertos títulos que espero con ansiedad. Llevo elaborando listas de títulos que me quiero comprar desde hace al menos una década. Veo que ha salido el último de Haruki Murakami. Y aún no he leído el penúltimo que publicaron, el que agrupaba sus cuentos. Me pasa con Murakami lo que con Paul Auster y otros autores de éxito: publican tantos libros que no doy abasto, no me da tiempo a seguir su trayectoria. Igual me sucede con Philip Roth: es imposible ponerse al día con él, entre novedades, reediciones y nuevas traducciones. Vas al apartado donde pone “Roth, Philip”, y encuentras por lo menos veinte títulos suyos. Han reeditado algunos libros de Ray Loriga. Aprovecho para comprar “Lo peor de todo”. También reaparece “Tokio ya no nos quiere”. En bolsillo han reeditado otros dos. Ahora sólo falta que se decidan a recuperar “Días extraños”, quizá uno de los libros más buscados de los últimos años en las librerías de viejo. Leo “Lo peor de todo” mientras espero a que salga su nueva novela, “Ya sólo habla de amor”. Y leo una entrevista en la que el escritor lamenta que le metieran en el círculo de la prensa rosa. Pero es que los de la prensa rosa siempre meten las napias donde no los llaman. Me revienta que involucren a los escritores en sus ponzoñas.
Compruebo que acaba de salir a la venta “Zombie: Guía de supervivencia”, de Max Brooks: tenía ganas de echarle el ojo. Lo explico. El autor es hijo de dos estrellas: Mel Brooks y la fallecida Anne Bancroft. De Max Brooks publicaron hace unos meses una novela sobre zombis y guerras mundiales, pero no me interesó. La “Guía de supervivencia” sí me interesa. Tengo el libro delante. Es una especie de broma sobre los zombis y cómo evitarlos y combatirlos. Nada más hojearlo supe que me iba a gustar: tiene dibujos y bocetos, la narración está dividida en apartados y no faltan las viñetas en muchas de las páginas (con “viñetas” me refiero a los esquemas numerados, los símbolos y otras herramientas que hacen la lectura más dinámica, y que por alguna razón que desconozco odian ciertos editores). También me compro uno de Michel Houellebecq que me faltaba: “Ampliación del campo de batalla”. De Houellebecq me gustaron “Las partículas elementales” y “Lanzarote” y, sobre todo, “Plataforma”. Pero detesté “Supervivencia”. El único que no me interesa, de momento, es “La posibilidad de una isla”. Houellebecq es un gran provocador. Y sabe cogerle el pulso a estos tiempos como sabe hacerlo otro francés provocador: Frédéric Beigbeder.
Sin embargo, siguen sin aparecer varios libros que llevo esperando todo el año. Esperemos que no tarden en publicarlos. Se trata de segundos tomos, de continuaciones. Me refiero al segundo volumen de los “Relatos de Kolimá”, de Varlam Shalámov. Al segundo tomo de “Transgresiones”, que agrupa novelas cortas y cuyo primer título no he leído porque quiero esperar al segundo. A la segunda entrega de las entrevistas con escritores de “The Paris Review”, en edición de Ignacio Echevarría. A la continuación de “Circular” de Vicente Luis Mora. Hablando de VLM, compré el otro día “Europa Central” (de William T. Vollmann) porque Vicente habló muy bien de ese libro en su bitácora y me animó a su lectura. De Vollmann he leído “Historias del Mariposa”, que no me entusiasmó, pero ahora quiero probar con este tocho sobre los totalitarismos. Son ochocientas y pico páginas. Es el único libro suyo que aún puede encontrarse por ahí. Los demás están agotados o descatalogados.