lunes, julio 14, 2008

Vida de motel, de Willy Vlautin


Frank y Jerry Lee son dos hermanos sin suerte en la vida. Viven alojados en moteles de Reno. Frank es el narrador de la novela y, para su hermano, suele inventar inverosímiles historias en las que ambos protagonizan otras vidas. Jerry Lee dibuja de vez en cuando, sobre todo fachadas de garitos y de moteles, magníficos dibujos que encabezan cada capítulo; pero Jerry Lee perdió una pierna en la adolescencia y debe arreglárselas con una prótesis. Tampoco les va muy bien con las mujeres y ganan lo justo para tirar. Una noche, Jerry Lee tiene un accidente: atropella con su coche a un chaval y lo mata. Así que deciden huir. La culpa sigue a Jerry Lee y Frank sigue a su hermano para cuidarlo. Luego se detienen y vuelven a Reno. Hagan lo que hagan, se sienten unos desgraciados.
Willy Vlautin es el cantante y compositor de la banda Richmond Fontaine. Esta es su primera novela (este mes se publica en España la segunda: Northline), y la han comparado con las canciones de Tom Waits y los relatos de Sam Shepard. Algo de eso hay. Coches, moteles, bares, soledad, latas de cereveza, sensación de fracaso, películas antiguas en la televisión. Lo único que, a mi entender, lastra un poco la novela y la fluidez de sus diálogos, son esas historias imposibles que el narrador le cuenta a su hermano. Copio un fragmento de lo que uno de los personajes le dice al protagonista para levantarle la moral y que no se sienta un perdedor:
Es tu mentalidad, tu forma de pensar, lo que me preocupa. Piensas como un hombre derrotado. Y lo has hecho desde que murió tu madre. Ahora hacía cinco años que no te veía. Podría pensar que fumas cocaína y te chutas heroína, pero supongo que no lo haces. Supongo que sigues siendo un buen chaval, y supongo que te dedicas a lo mismo que cuando dejaste de trabajar para mí: a beber con tu hermano y tus amigos, a echar polvos y a perder el tiempo. No eres un mierda. Jugabas bien al béisbol y eras un buen trabajador. (...) Sólo digo que no tomes decisiones creyendo que eres mediocre; toma decisiones creyendo que eres un gran hombre, o al menos un buen hombre. Y no seas un mariquita de mierda. Hay un mundo ahí fuera. Si no abres los ojos, no vas a verlo.