domingo, julio 13, 2008

No es lo que creíamos

Y tú, ¿cómo te imaginabas el futuro? Es la pregunta que a uno le gustaría hacer a los demás, tras planteársela a sí mismo. Viene esto a cuento del último sketch dirigido por Nacho Vigalondo para el cierre de la segunda temporada de “Muchachada Nui” en televisión: una parodia de “Regreso al futuro” y otras películas de culto de los ochenta (“E.T.”, “Los bicivoladores”, “Los cazafantasmas”). El sketch presenta a un envejecido Marty McFly tomando copas en un bar castizo. Él cree que vive en el año 2008 o 2009, y el camarero y el resto de parroquianos le demuestran que ya están en el 2040. Una vez viajó al 2015 y todo estaba lleno de naves y otros vehículos que volaban, afirma en su descargo. El camarero responde: “Pero si llegas todos los días y a primera hora te pides un Sol y Sombra y ya no paras. Normal que se te pase el tiempo volao, ¿no sabes, rico mío?”. Un cliente, hablando de ese hipotético futuro repleto de cacharros voladores, dice: “En Navidad, en Antena Tres, dijeron no sé qué de una exposición de robots en Japón, y tal. Pero vamos, que lo dicen todos los años”. En definitiva: eso es lo más cerca que el hombre está de la ciencia ficción. Luego cantan: no hay naves en el cielo y pocas cosas han cambiado, salvo el iPod, la Playstation y el “porno en tu ordenador”. Continúan la vejez, las vomitonas, los catarros, los granos y las resacas.
Uno se ríe con este sketch, pero luego nota en el pecho un poso de tristeza. Vigalondo y el equipo de “Muchachada Nui” nos han hablado, aquí, del temor a nuestro propio futuro, y del modo en que no se han cumplido los sueños que albergábamos de niños, cuando creíamos que habitaríamos una época de maravillas, con viajes en el tiempo, vehículos que vuelan y demás parafernalia. Creo que hay dos maneras en las que imaginábamos el futuro. Al menos, antaño yo imaginaba dos opciones posibles. Mi lado pesimista creía en un futuro de ciudades siniestras, húmedas y masificadas, pero en el que los coches volaban: influencias evidentes de “Blade Runner”. Mi lado optimista creía en un futuro de colores chillones y tonos claros, donde todo molaba a la manera de “Futurama”: influencias evidentes de la segunda parte de “Regreso al futuro” y de un montón de cómics y novelas en las que el futuro parecía cómodo, vitalista, blanco y azul celeste. Pero el resultado final se parece más a “1984” y a “Blade Runner” de lo que hubiéramos pensado, aunque sin spinners. Tal vez, visto desde otra perspectiva, el futuro acabará siendo un calco de “Minority Report”: cambios leves, control total de las autoridades y mucha tecnología.
Algo que me sucedía antaño, cuando pensaba en que habíamos alcanzado épocas más entusiastas, guarda relación con el color de la ropa. Puedes hacer la prueba. Piensas que, a tu alrededor, muchos ciudadanos visten con tonos llamativos y otros visten de luto (el negro siempre sienta bien y no pasa de moda). Sales por ahí y crees que las cosas han mejorado gracias a los colores de las vestimentas, que ya no habitamos ese gris de los años de la infancia. Un día, sin embargo, ves en el periódico una fotografía actual en la que la muchedumbre se congrega en la calle (por una procesión, una verbena, una manifa, la inauguración de una escultura). Y la foto te inunda de tristeza porque destaca la tonalidad de siempre: colores grises, marrones, tonos apagados, caras mustias y derrotadas. Creías que el mundo era postmoderno y resulta que sólo es un poco más viejo: “Parece una peli barata, parece cine español”, cantan en el sketch de “Muchachada Nui”. Que termina con McFly creyendo que la máquina del tiempo es su copa de Sol y Sombra: “Allá vamos, rumbo al 2050”.