Casi 40 años han tardado en traducir este libro de Michael Ondaatje, el autor de esa maravillosa novela titulada El paciente inglés. Para retratar a Billy el Niño, sus enfrentamientos, sus amores, su amistad con Pat Garret, Chisum y otros personajes, y su muerte a manos de quien fuera amigo suyo, Ondaatje ha elegido varios y sorprendentes métodos: relatos, poemas, entrevistas, cuentos de las publicaciones que glorificaron la figura de Bonney, fotografías, dibujos y declaraciones de quienes conocieron al célebre pistolero. Un mix de realidad y ficción cuya lectura apasiona, y que fue llevado hace poco al teatro. Os dejo con un fragmento de prosa (a lo largo de la mañana, y si los dolores no se lo impiden, David González colgará en su blog un poema del libro):
Pat Garret, asesino perfecto. Personaje famoso, con mente de doctor, manos peludas y con cicatrices, quemado por la soga, tenía en la muñeca una mancha púrpura que estuvo allí toda su vida. Asesino perfecto porque su mente era indoblegable. Era capaz de matar a alguien en plena calle, dar media vuelta y terminar un chiste. Un hombre que decidió lo que estaba bien y se olvidó de cualquier moral. Genial incluso para sus enemigos. Disfrutaba de veras con la gente, con los raros, los ebrios, los ladrones. Era peligrosísimo para ellos porque los comprendía, sabía qué motivaba su risa o su rabia, lo que les gustaba pensar, cómo debía conducirse con ellos para caerles bien. Un asesino académico; sólo su humor vivaz y sus múltiples intereses hacían de él la mejor compañía. Prestaba oídos a gente como Rudabaugh y les reía sus salidas. Gastaba en público un lenguaje atroz, pero nunca juraba cuando estaba solo. (...) Empezó a tener miedo de las flores porque crecían tan despacio que llegaba a descubrir lo que tramaban. Aprendió a sentirse superior por el exceso de errores que cometían quienes lo rodeaban. Las flores lo vigilaban.