Si mal no recuerdo, este libro me lo recomendaron los siguientes autores y en este orden: David González, Antonio Pérez Morte, Patxi Irurzun y Pablo G. Bao; y por eso se lo agradezco aquí a todos ellos. Por fin, tras numerosas búsquedas y pesquisas, encontré El pan desnudo y Rostros, amores, maldiciones; es mucho mejor el primero, más descarnado, más duro, más hiriente para los personajes que lo habitan.
En El pan desnudo el escritor marroquí Mohamed Chukri cuenta su infancia y su adolescencia: un padre que lo apaliza, hermanos que se mueren, hambre y dolor, miseria y trapicheos, alcohol y drogas y sexo, prostitutas y camellos, peleas callejeras y detenciones policiales. Chukri mantiene relaciones sexuales tanto con hombres como con mujeres, pero las prefiere a ellas. No sabe leer ni escribir, pero el final de la novela anuncia que su aprendizaje está próximo. Si la infancia es el territorio donde nos formamos, Chukri se formó a base de palos y de comer mendrugos de pan que otros arrojaban al mar o a la basura.
Su estilo es directo, crudo, hosco, irregular. En un mismo párrafo encontramos saltos de tiempo y de espacio, lo cual acelera la narración, la impulsa sin dejarnos respiro. Otro día hablaremos aquí de la vida del autor.