Después de buscarlo sin éxito en algunas librerías, finalmente di con un ejemplar del cómic en un tomo (o novela gráfica, como prefieran) del “Robocop” de Frank Miller. Ya va por la segunda edición. De Miller hay que leerse “300”, pero sobre todo la que para mí es su obra maestra, la serie de “Sin City” en siete volúmenes. Tuvo una buena adaptación al cine. Tengo ganas de ver la segunda parte de la película, aunque parece que Robert Rodríguez se demora más de lo esperado. Antes de nada, conviene aclarar la aportación de Miller al filme “Robocop”. Según parece, a él se le ocurrió la historia para la segunda parte y fue uno de los guionistas de la misma (otro era el gran Walon Green, quien siempre tendrá un hueco en el corazón de cada cinéfilo porque fue uno de los responsables de esa obra maestra titulada “Grupo salvaje”). El cómic, que ahora se presenta en un volumen, contiene el germen de su historia y algunas portadas dibujadas por él. La adaptación corre de la mano de Steven Grant y los dibujos son del español Juan José Ryp.
Aún recuerdo el primer “Robocop”, de Paul Verhoeven. Me parece que cometí la torpeza, en su estreno, de ir a verla con mi panda de amigos, y rondábamos los quince años, lo cual supuso que la mayoría se dedicara a hablar durante la proyección y a mí se me llevaran los demonios por culpa de los cuchicheos. De “Robocop” me quedo con la dirección de Verhoeven, con la tragedia del policía mitad humano mitad máquina y con la banda sonora de Basil Poledouris. Y con el cartel. Aquel afiche inolvidable de Robocop saliendo del coche patrulla me tuvo obsesionado durante mucho tiempo por su claridad expositiva, por el brillo metálico del robot, por la consistencia de aquel ser violento, fascista y ejecutor. Irving Kershner dirigió la secuela, sobre la base de la historia de Miller. Kershner había dado muestras de habilidad en “El imperio contraataca” y “Nunca digas nunca jamás”, una de las mejores entregas de James Bond con Sean Connery, a pesar del peluquín que le encasquetaron. Pero esa habilidad apenas se nota en “Robocop 2”. No guardo un buen recuerdo de ella. Debería revisarla, no obstante. Quizá ahora me guste más. En cuanto a “Robocop 3”, no soy capaz de recordar si la vi o no. Me parece que sí, porque vislumbro en la memoria al sustituto de Peter Weller como policía: Robert John Burke, que venía de hacer “Simple Men” a las órdenes de Hal Hartley. La tercera la dirigió Fred Dekker. “Robocop”, pues, es una saga que ha ido empeorando. Ahora es el turno del cómic.
Se dice que no respetaron toda la violencia y el humor que Miller quería para la secuela. Que en el cómic por fin podemos asistir al origen sin censuras. Y el cómic es violento, excesivo, salvaje, sangriento, barroco. Rondan por ahí algunas críticas que dicen que el cómic no ofrece tanto como uno esperaba. Una vez leído, comparto esa opinión. Miller está presente: la furia, los derramamientos de sangre, el gusto por las mujeres de cuerpos rotundos, la alusión a la Batalla de las Termópilas (germen de “300” y alusión que también aparece en “Sin City”), etcétera. Sin embargo, la historia se queda en una lucha entre Robocop y los partidarios de sustituirlo por otro hombre-máquina más deshumanizado. Los dibujos de Ryp son extraordinarios, y el color es para quitarse el sombrero, pero hay una pega, y es que la mayoría de las viñetas están tan recargadas de elementos, de detalles, de movimiento, de formas, que el lector se pierde un poco y a veces no sabe muy bien qué le están contando. Es un buen cómic, aunque no alcanza el nivel de, por ejemplo, “Sin City”.