Esta semana encontré, por casualidad, ejemplares de esta obra en La Libre de Lavapiés. Su autor es Kike Babas, pseudónimo de Enrique Suárez, uno de los colaboradores de Hank Over. Me revienta que libros tan buenos como El engranaje de las mariposas queden al margen, que sea difícil topar con ejemplares (aunque se pueden encargar en la web de Kike Babas y Kike Turrón: Kingputreak), que queden relegados a los círculos minoritarios, que no se les dé cancha... Algo a lo que ya nos hemos acostumbrado los llamados Hijos de Satanás: a estar en los márgenes, en los bordes, en las afueras.
El engranaje... contiene tres textos. El primero (Nos están creciendo alitas) es la carta o narración que Kike le escribe a su hija, aún en proceso de gestación. Un recital en el que desvelarle algunos aspectos de su vida y de su barrio, de sus amigos y de sus andanzas, del alcohol y de las drogas, del curro y del alquiler, del pasado y del futuro. Me parece una narración asombrosa, en la que hallamos ternura sin caer en la sensiblería (algo parecido dijo Nacho Vegas en el prólogo no incluido en el libro), en la que el autor hace universales y necesarias las cosas pequeñas y cotidianas de la vida, en la que asistimos al análisis de un trozo del distrito obrero de Hortaleza, con sus bares, sus panaderías, sus vecinos que se cambian de piso sin salir jamás de allí, los amigos que mueren o acaban en prisión. Hay una honestidad brutal en las confesiones, en esta carta/diario/canción, en estas declaraciones de amor a dos mujeres (una madre y una hija que aún no ha nacido), de la que deberían aprender muchos consagrados.
El segundo texto (Las grandes cosas) habla de lo que contaba antes. Las pequeñas actividades cotidianas que resultan ser las mejores, las más grandes, las que necesitamos para vivir: Y le hablo de eso, de las grandes cosas, del zumo de naranja y la colada, del yogur líquido y la limpieza de la casa. Del mar que, indefiniblemente, me empuja hacia ti. El tercero (Zugarramurdi) es un relato sobre las brujas, muy breve. Os dejo con un fragmento del primer texto; mañana en el blog de Hank colgaremos otro:
Con la soledad afloran los miedos. Que estoy embarazado es un hecho, fui a por ello, pero de la preparación y madurez que exijo para ese hecho emana una inquietante cascada de dudas. Las tengo globales, profundas, demagógicas. ¿Sabré quererte? ¿Sabré cuidarte? ¿Me querrás? ¿Estarás sana? ¿Saldrás sana? Las tengo nimias y cotidianas. ¿A cómo estarán los pañales? ¿Cómo se ponían? ¿Andamos bien de bodis? ¿Y de pijamas? ¿Cuántas horas dormirás de seguido por la noche? ¿Será duro ese insomnio? Me dé la respuesta que me dé, hago nudos marineros con los dedos para que todo salga bien. La primera preocupación, si es que tiene algún sentido ponerles orden, es que nazcas bien. La preocupación última es el abismo, conocí una vez su sonido y yo no lo quisiera reproducir.