Agustín Fernández Mallo tiene algo de Tarantino (y entiéndase la referencia en el buen sentido): es capaz de reciclar numerosos materiales y elementos de la vida y la cultura que nos rodea y devolvérnoslos mezclados de manera natural. Él une homenaje e intertextualidad. Es una mezcla que a muchos nos apasiona, porque Agustín es una especie de feliz hombre-esponja que todo lo absorbe: influencias del cine, la radio, el pop, internet, la televisión, la publicidad, la literatura, la música, las noticias raras de los periódicos... Masca esos ingredientes y nos los da bajo la forma de una novela fragmentaria, o de una novela blog, o llámese como se quiera (las etiquetas han sido variadas desde la publicación de la primera entrega, Nocilla Dream). Y nosotros nos entretenemos y divertimos; las referencias son tantas que a menudo hay que leer con una conexión a internet a mano para descifrar ciertos guiños y descubrir si son auténticos o ficticios.
El código samurai de Ghost Dog, los pasajes de Rayuela, "Radio 5, todo noticias...", los hombres solitarios que viven en casetas construidas en la cumbre de los edificios, Willard/Martin Sheen agobiado por esa misión que nunca llega (al inicio de Apocalypse Now), el percebero que se baja del emule El último hombre vivo, el azar del parchís, el tipo viudo y apartado en una caravana en el desierto...
Nocilla Experience no es exactamente igual que Nocilla Dream. Esta vez, creo que ya lo han dicho por ahí, algunas de las preguntas tienen respuesta, algunas historias se cierran. Encuentro menos pasajes científicos, lo cual me alegra. Encuentro menos dispersión. ¿Cuál me gusta más? No sabría decirlo. Es como si me preguntaran si prefiero El padrino o El padrino II: difícil elección, porque si la segunda es más ambiciosa, le falta la presencia de Brando que ilumina la primera. Esta vez nos habla de la soledad y de los horizontes donde perderse.
No se le perdonarán al autor varias cosas: que mencione El País, que aglutine tantos elementos, que nos divierta, que su narrativa se haya adaptado a estos tiempos... A mí, en cambio, todo eso me parece bien. No lo olvidemos: al fin y al cabo, Mallo es un gran narrador de historias, sean reales o inventadas.