Cloverfield no inventa nada nuevo (ya lo hicieron, aunque con distintos resultados, El proyecto de la Bruja de Blair, REC y, si me apuran, Redacted), pero aplica el método de narración con cámara de vídeo al hombro a las películas de monstruos de toda la vida, a Godzilla y otros sucedáneos. Y el resultado es asombroso. Un enfoque distinto a lo que conocemos como La guerra de los mundos, aunque me temo que el público de la sala donde la vi, llena de gañanes, no pensaba lo mismo.
Aunque la película me entretuvo y contiene secuencias perfectas, me sorprendieron gratamente el principio y los créditos finales. El principio, porque me interesó mucho el culebrón que se montan los protagonistas en la fiesta del principio y me reventó que los primeros temblores y explosiones interrumpieran su desarrollo, aunque la cosa continúa más tarde. Los créditos finales, porque incluyen un tema instrumental de Michael Giacchino que es de lo mejorcito que se puede escuchar hoy en una sala de cine.