Autores célebres del género como Neil Gaiman y Alan Moore se rindieron ante esta novela gráfica, considerada ya un clásico de culto. La introducción la firma el propio Moore, que escribe un texto precioso sobre los vagabundos y los facinerosos y sobre la verdadera historia, la que nunca entra en los manuales, pero que escriben los hombres a diario: La historia convierte a los pobres en un rebaño sin nombre de extras cinematográficos sin frase que no merecen ni salario ni títulos de crédito, en carne de cañón o en turbas tiñosas que asaltan la Bastilla, en gente cuyas vidas fueron y vinieron y que nunca merecieron un cameo de Winslett o DiCaprio.
En la obra seguimos el rumbo de un muchacho que debe escapar del hogar y convertirse en vagabundo: su padre ha perdido el trabajo y se refugia en el alcohol, y abandona a la familia para encontrar un empleo en otras tierras; su hermano es detenido por la policía; su madre murió hace tiempo. En su periplo, contacta con mendigos, vagabundos, pederastas, chiflados, sindicalistas. Todo el aire de los libros de Steinbeck y de los años de la Depresión aparece aquí reflejado: hombres que suben a trenes en marcha, tipos que deliran, gente aferrada a la botella, poblados de chabolas.
El guión es de James Vance, autor de El cuervo. Los dibujos de Dan Burr, a tinta y en blanco y negro, remiten a las viñetas de Jack Davis, uno de los grandes autores de Tales from the Crypt.