
Creo que ya lo dije, pero insistiré. Los lectores de Carver, Ford o Wolff deben leer a Bausch. En este volumen tenemos diez cuentos sobre mujeres embarazadas que acaban de perder a sus maridos (sea por divorcio o por muerte del hombre), parejas que están al borde de la ruptura, hombres a quienes les cuesta comunicarse, relaciones entre padres e hijos que no funcionan. Todos los cuentos me parecen buenos, aunque detesté un poco El Viejo Oeste porque echa por tierra a una leyenda como Shane, el pistolero de Raíces profundas: Shane regresa, viejo y fofo, y ya no es el mismo, y el niño que lo veneró descubre que ni siquiera estuvo a la altura de su recuerdo. Pero hay tres relatos que me parecen perfectos: La mujer del bombero, en la que una chica se plantea abandonar a su marido justo el día en que éste tiene un accidente (pero eso lo descubrirá más tarde); Suerte, sobre un chico que trabaja codo a codo con su padre alcohólico; y el último, Carta a la señora de la casa, en la que un anciano le escribe una misiva a su mujer, durante la noche, tras haberse enredado en una de esas discusiones absurdas que marcan los declives de las parejas.
El talento de Bausch destaca en los diálogos, y en el modo de captar esos derrumbes emocionales de las parejas. Discusiones tontas y equívocos que, a la postre, marcan el futuro de la relación.