miércoles, septiembre 12, 2007

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Así no hay quien escriba. Intento concentrarme, pero llaman constantemente al timbre del portero automático. Parece que soy el único que está en el edificio, y no es cierto. Primero llama el cartero de correos. Luego, el cartero del banco. Después, el cartero comercial. Más tarde, la del contador de la luz. Por último, alguien que dice: “¡Publicidad!” Y algún otro que se me olvida.