martes, junio 26, 2007

La otra mitad/No ficción


Ayer compré el libro-reportaje de Jacob A. Riis titulado Cómo vive la otra mitad. El propósito de Riis fue escribir un libro repleto de datos verídicos para que los lectores conocieran el modo de vida de los pobres, los vagabundos, los bohemios, los currantes, los golfillos de ciertos barrios sucios y aislados de Nueva York. Quiso, en definitiva, que la otra mitad de N.Y. conociera la verdad. Parece que el libro tuvo éxito y contribuyó, en cierta manera, a cambiar las cosas.
Ese mismo día, al hilo de una interesante reflexión en el blog de Ana Pérez Cañamares, David González explicó en los comentarios del post las razones para escribir una "Poesía de No Ficción". Recojo el texto con el permiso de D.G. y lo incluyo aquí. Quizá quede un poco oculto entre la maraña de comentarios, y a mí me gustaría que no se perdiese, ya que es muy bueno. Y guarda mucha relación con la realidad y con Jacob Riis, autor de la foto de arriba. Allá va (he corregido un par de errores que se deslizaron, posiblemente fruto de la prisa, y sé que a David no le parecerá mal):
Recuerdo que a veces, a la cárcel, venía una, no sé como llamarla, delegación a ver cómo vivíamos los presos y recuerdo que siempre le mostraban a esa delegación celdas especialmente preparadas para la ocasión, presos modelo y cosas así... Y recuerdo que cuando curraba en una fábrica del metal, venían delegaciones de ingenieros o grupos de estudiantes y a veces, cuando llegaban el taller estaba en silencio porque, no sé, ese día no había nada que hacer y recuerdo al perito decirle al encargado que avisara a los gruístas para que movieran las grúas de un lado a otro “para que se oyera ruido y pareciera que trabajábamos...” Todo esto es ficción y esa ficción es lo que veían los visitantes de la cárcel o los de la fábrica y eso es lo que contarían luego: qué bien viven estos hijos de puta de los presos o como trabajaba aquella gente, las grúas no paraban... Bien, esto es ficción, ficción que hace daño, un daño irreparable a la humanidad, como ya he dicho... Si habéis llegado aquí y os preguntáis: ¿qué cojones tiene que ver esto con la poesía?, os diría lo que dijo el crítico Manuel Rico y cito de memoria: “si dentro de cien o doscientos años, alguien bajara a este planeta y quisiera, a través de la poesía, saber qué sucedió realmente en nuestra sociedad no se enteraría para nada de que hubo guerras, hambre, niños explotados, mendigos tirados por la calle...” Es decir, uno de los valores de la POESIA DE NO FICCIÓN es que con el paso del tiempo, deja de ser poesía para convertirse en historia... en la auténtica historia de los de abajo, porque la otra Historia, la que nos enseñan en el cole, es la de los de arriba: reyes, inquisidores, emperadores... Pensad en esto: aparte de Espartaco, ¿conocéis el nombre de algún esclavo más que salga en los libros de Historia?
O, como acabo de enterarme ahora: han editado un libro de poemas escrito por los presos de Guantánamo que el gobierno EEUU está tratando por todos los medios de silenciar y en el que se cuentan, de manera poética, las asquerosas y humillantes condiciones de vida de los presos de Guantánamo a los que, además, no se les permite poseer papel ni bolígrafo, así que tratad de imaginar cómo los escribieron... Si llegados a este punto todavía no entendéis la diferencia entre poesía de ficción o poesía de no ficción, seguid leyendo esos hermosos poemas de amor, de un amor que a lo que parece, y sólo hay que echarle un vistazo al mundo, es más falso que una moneda de dos caras... O seguid leyendo hermosos poemas sobre la belleza de bosques, flores, arbolitos y pajaritos que, a lo que parece también, pronto no quedará ni uno solo... Seguid leyendo ficción hasta que un día la realidad llame a vuestra puerta, porque llamará, de una forma u otra llamará, y cuando eso suceda que ese dios (un ente de ficción) vuestro, el que sea, os coja confesados… Porque a los que leemos o escribimos POESÍA DE NO FICCIÓN, nos cogerá preparados, dispuestos a plantarle cara y a presentarle batalla...
David González