martes, junio 19, 2007

Del asesinato considerado como una de las bellas artes, de Thomas De Quincey


Un clásico. Con sentencias humorísticas como esta de: Si uno empieza por permitirse un asesinato, pronto no le da importancia a robar, del robo pasa a la bebida y a la inobservancia del día del Señor, y se acaba por faltar a la buena educación y por dejar las cosas para el día siguiente. Una vez que empieza uno a deslizarse cuesta abajo ya no sabe dónde podrá detenerse.
El libro se divide en tres partes: primeramente, dos artículos en los que, con un humor deliciosamente macabro e inmoral, De Quincey aborda el tema del asesinato visto desde el lado estético. Una vez se ha consumado el crimen, dice, y cuando ya no existe manera de impedirlo, podemos analizar sus términos como si el asesino hubiera intentado ejecutar una obra de arte. O sea, el crimen perfecto.
Pero es su tercera parte, el Post Scriptum escrito casi 30 años después del primer artículo, donde De Quincey se revela como un maestro. Abandona la ironía para relatar los asesinatos perpetrados por John Williams y los hermanos M'Kean, que aterrorizaron a la sociedad londinense. Háganse cargo: hombres emboscados en la sombras, nieblas que envuelven las calles, personas que se libran de la muerte por unos minutos, muchedumbre deseosa de linchar a los criminales. Magnífico.