Mondadori publica este mes lo último de J. T. Leroy, El final de Harold, la historia de un niño adicto a la heroína. Aún no he leído ninguno de sus otros libros traducidos en España, ni Sarah ni El corazón es un mentiroso. Hace poco hubo un escándalo: se destapó que Leroy no había vivido todas las descarnadas aventuras callejeras que contaba en sus libros, y que no era un chaval precoz y travestido, sino una mujer de treinta y tantos. Lo cierto es que a mí, personalmente, me da igual si sus historias son autobiográficas o inventadas. Lo que me interesa es que sepa contarlas y escriba bien, aunque supongo que, al ser vendidas como autobiográficas y luego demostrarse que no lo son, perderán cierto valor documental. Un día de estos tendré que pasarme por las librerías y echar un vistazo a las obras de Leroy, ya que reconozco que aún no he leído ni una línea. Leroy cuenta (o contaba) con el apoyo de Asia Argento, Tom Waits, Gus Van Sant y Dave Eggers. Este último escribe el prólogo de El final de Harold, y a mí me merece mucho respeto.
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