Si alguien no ha leído aún un libro de John Berger, que lo haga inmediatamente. La escritura de Berger se parece mucho al sosiego, a los paisajes coloridos y silenciosos, a esos instantes de luz que nos hacen agradable la vida. También es pintor, fotógrafo, poeta y no sé cuántas cosas más. Por eso, cuando pinta parece que escribe y cuando escribe parece que pinta. Sus textos son como bodegones de varias dimensiones en los que va describiendo olores, colores, sonidos, ambientes, detalles. Berger viaja, conversa con la gente, observa y escucha. Se fija en las personas, en los animales, en las flores, en los cafés, en los objetos cotidianos. Recoge las historias que otros, durante sus viajes por Europa, le cuentan. En Fotocopias reúne veintinueve retratos o instantáneas, con títulos y descripciones muy propios de la pintura: Mujer con un perro en el regazo, Hombre mendigando en el metro, Paisajes iluminados con bombillas, Una casa en las montañas sabinas, Dos gatas en una cesta, etc. Imprescindible.
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