Esta era una de mis lecturas atrasadas. Montero Glez, una vez más, no defrauda. Mediante su prosa torera y siempre al filo de la navaja nos ofrece una verdadera fiesta del lenguaje en esta novela corta. Si el lector entra, le vendrán a los ojos, como puñetazos, las onomatopeyas, los narcotraficantes, las golfas, los tiros y los navajazos, las canciones de Camarón, las metáforas, una hembra que quita el hipo, un protagonista salido de prisión y conocido como el Roque, polis corruptos, escatología, animalización de personajes, sarcasmos, sexo salvaje, jerga de barrio. Arturo Pérez-Reverte tiene por ahí un artículo, sobre el libro, que conviene leer.
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