lunes, marzo 06, 2006

Lo mejor de la revista Rolling Stone (La Opinión)

Ayer hablaba de uno de los maestros del periodismo, cuyas crónicas deberían estar traducidas en España y vendiéndose como rosquillas, al menos entre los estudiantes del oficio y entre todos aquellos que trabajan en la prensa. Hoy quisiera hablar de unos reportajes que sí fueron traducidos. Es un libro de hace diez u once años. Un tocho de casi seiscientas páginas. Conservo el recuerdo de la portada, muy colorista, algo hippie, y por supuesto del interior, páginas que también deberían entrar en el programa de estudios de Periodismo; aunque, si no me equivoco, en algunas universidades lo recomiendan.
Me refiero a “Lo mejor de Rolling Stone”. Es una antología de las crónicas y reportajes que dieron fama a la revista Rolling Stone, en su versión americana. La preparó Robert Love. He dicho que conservo el recuerdo del libro. En aquel entonces, cuando Ediciones B tradujo y publicó esta maravilla, sólo tenía telarañas en los bolsos. El libro era caro y me tocó recurrir a la Biblioteca Pública de Zamora, que tantas veces ha saciado mi sed de lectura (y la Biblioteca Municipal de San José Obrero). Aún no habían remozado el edificio y la sala de préstamo de adultos estaba en el piso inferior. En aquellos pasillos estrechos pasé muchas horas, hojeando los libros y llevándomelos a casa de tres en tres. Pero no nos desviemos: tomé el ejemplar y lo leí con asombro. Reúne reportajes exquisitos, algunos escritos por figuras reconocidas del oficio, como Ken Kesey (autor de “Alguien voló sobre el nido del cuco”), Robert Greenfield (de quien acaban de reeditar su “Viajando con los Rolling Stones”), Hunter S. Thompson (el inventor del periodismo gonzo, conocido por “Miedo y asco en Las Vegas” y “Los diarios del ron”), Tom Wolfe (no hacen falta presentaciones) o Joe Eszterhas (guionista de “Instinto básico”). Aquellos reportajes no sólo eran una muestra brillante de ese Nuevo Periodismo, salvaje y aventurero, creado por Wolfe, sino un retrato del país a través de algunos de sus personajes célebres. Conocíamos al motorista acróbata Evel Knievel, personaje que en los setenta tuve como ídolo, gracias a una película que retrataba sus hazañas; nos hablaban de Elvis, de Michael Jackson, de Ron Kovic (el lisiado en el que se basaron para “Nacido el cuatro de julio”), de Patti Hearst, del tráfico de drogas y asesinatos en los que se vio envuelto el actor porno John Holmes (en ese episodio se inspiraron para el filme “Wonderland”).
La otra tarde, por alguna razón, me vino a la cabeza este libro. He empezado a buscarlo por las librerías madrileñas, pero de momento no lo encuentro. Quisiera tenerlo para releer algunas de las crónicas. En la página de la Agencia Española del ISBN está registrado junto a la leyenda “Agotado”. Es lo que tienen los libros: si no se convierten en best-seller, en unos años se agotan o la editorial dice que están descatalogados. Unos cuantos van a las trituradoras, y otros a las librerías de saldo, donde luego los chalados como yo los encuentran y se los llevan a casa bajo el brazo, con la sensación dulce y excitante de quien descubre un viejo y pequeño tesoro. Para colmo, cuando pides en algunas librerías el título que nos ocupa debes explicar que se trata de una antología de Rolling Stone, la revista. Stone, no Stones. Es diferente. Una tarde se lo pedí a la chica del mostrador de una librería. Consultó el ordenador y me dijo: “Ese no figura, pero tenemos otros títulos disponibles de los Rolling Stones”. Y empezó a recitar títulos. No, perdone: la revista. Me refiero a la revista. Aún ando a la caza de un ejemplar, sin perder la esperanza. Deberían reeditarlo.