jueves, febrero 07, 2013

Polvo en el neón, de Carlos Castán. Fotos de Dominique Leyva



Conducir por cualquier carretera sin excesivas ganas de llegar a puerto puede ser en sí todo un destino. […] Puede que no todo vaya bien, quizá las cosas se hayan torcido últimamente más allá de lo deseable, pero ahí estamos pese a todo, en la brega, contra el viento, sin quedarnos quietos, con la guantera llena de mapas y música, dejando atrás, como si nada, los grandes carteles que a cada paso indican encrucijadas y bifurcaciones, lanzados sin miedo hacia las tormentas que nos esperan y las sombras que vendrán. 




Hey, John, amigo, ya que no voy a despellejarte vivo ni a aplastarte los sesos con un trozo de roca como me pide el cuerpo, haz el favor al menos de cuidarla bien. Volverá su tristeza antigua, más tarde o más temprano, sus miedos de niña, las ganas de llorar. Es muy extraño esto porque me robas todo y sin embargo no tendrás nada de lo que yo he tenido. Hay tantas mujeres en una mujer: no sabrás ver a la que yo veía; cuando te refugies en ella, no apoyarás tu cabeza sobre el mismo corazón. Te llevas otra cosa aunque viva en su piel, otra mirada, otro aire, algo diferente a lo que yo he perdido.




El amor siempre requiere poner sobre la mesa la idea de futuro. Y al deseo lo pudre tan pronto como puede, y pide a cambio flores, masajes en la espalda, reclama paseos con las manos unidas por calles y vergeles, y toda esa confusión de proyectos, facturas y violines.  



A la edad de Sally, a la de él mismo, el amor es un simple no saber, tener de repente miedo a un tren que se va y las horas que vendrán tras su partida, una oscuridad al llegar a casa que se mete en los huesos como niebla. Dudar es ya amar.

**

Se quedó pensando en cómo puede la luz irse de alguien, cómo de la noche a la mañana resbala de un ser toda esa belleza que tanto dolía, qué solo se queda un esqueleto a veces.

Hoy, en Barcelona


Hoy, en Madrid




Coloquio y presentación del libro Los apartados, de Fernando García Maroto (Premio Eutelequia de Novela 2011). Jueves, 7 de febrero, 20:00 horas. Participan: Pilar Recuenco Inocencio y Fernando García Maroto.



Curtis Garland (Juan Gallardo Muñoz) (1929 - 2013)


Spring Breakers: 5 nuevos carteles






Cartel de Emperor


miércoles, febrero 06, 2013

Poesía, de Michel Houellebecq


Acuarela fue la primera editorial que tradujo y publicó los poemas de Michel Houellebecq. Entonces leí dos poemarios, pero no acabaron de calarme. Me costaba entrar en la poesía de este autor, pese a que me encantan sus novelas y sus libros misceláneos, y pronto supe la razón (y admito que quizá sea una chorrada, algo muy maniático por mi parte): Houellebecq empieza cada verso con la primera letra en mayúscula. Da igual que el verso previo sea el inicio de la frase, o que antes sólo haya coma o punto seguido: cada verso siempre va en mayúscula. Para mí, en un poema, la mayúscula equivale a un grito (como en las redes sociales y, en general, en el lenguaje de internet). Y, además, cuesta entrar en mitad de una frase (o verso) cuando arranca en mayúscula. Como, me figuro, los traductores considerarán que bastantes lectores tenemos esa manía, advierten en una nota final que han respetado el original de Houellebecq, y que creen que el autor lo hace para diferenciar su poesía de su prosa (el libro incluye algunas páginas de prosa poética).

En esta lectura, sin embargo, he tratado de olvidarme de esas mayúsculas y entrar en los poemas del escritor, y esta vez sí me ha enganchado. Su poesía es muy moderna, acorde con los tiempos y acorde con su obra narrativa, con temas en los que trata la muerte, el desamor, la soledad, la amargura de una tarde de domingo… El Houellebecq poeta que me ha subyugado es el que da pequeñas pinceladas sobre escenas cotidianas: un viaje en tren, el análisis de un paisaje de montaña, un club de vacaciones… Me ha gustado bastante. Unos ejemplos:

El primer paso de la trayectoria poética consiste en remontarse al origen. A saber: al sufrimiento.

**

La sociedad en la que vivís tiene como fin destruiros. Otro tanto se puede decir de vosotros respecto a ella. El arma que empleará es la indiferencia. Vosotros no podéis permitiros adoptar la misma actitud. ¡Pasad al ataque!

Toda sociedad tiene sus puntos débiles, sus heridas. Meted el dedo en la llaga y apretad bien fuerte.
Profundizad en los temas de los que nadie quiere oír hablar. El envés del decorado. Insistid sobre la enfermedad, la agonía, la fealdad. Hablad de la muerte, y del olvido. De los celos, de la indiferencia, de la frustración, de la ausencia de amor. Sed abyectos, seréis auténticos.

**

La bruma envolvía la montaña
Y yo estaba cerca del radiador,
La lluvia caía con dulzura
(Siento como me gana la náusea).

La tormenta iluminaba, invisible,
Un decorado de mundo exterior
En el que reinaba el hambre y el miedo,
Me hubiera gustado ser impasible.

Unos mendigos se deslizaban bajo las gotas
Como insectos hambrientos
Con las mandíbulas mal cerradas,
Los mendigos cubrían la carretera.

El día lentamente decrecía
En un azul-gris de mal sueño,
Ya no habría tregua jamás;
Lentamente, el día se iba.

**

Esta tarde caminando por Venecia
He vuelto a pensar en ti, mi Lise.
Me habría gustado mucho desposarte
En la basílica dorada.

La gente se va, las personas se dejan
Quieren vivir un poco demasiado deprisa
Me siento viejo, mi cuerpo es pesado
No hay cosa como el amor.

**

Los dientes que se deshacen
En la mandíbula descarnada,
La tarde se vuelve amarga
Y yo toco fondo.

La anestesia vuelve y dura unos segundos,
En medio del gentío el tiempo parece coagulado
Y uno ya no tiene ganas de arreglar el mundo,
En medio del gentío y de los caminos minados.

La vida, los intentos,
El fracaso que se confirma
Miro a los lisiados,
Después queda la deriva.

Nosotros quisimos una vida prodigiosa
Donde los cuerpos se inclinaran como flores abiertas,
En todo fracasamos: triste final de partida;
Recojo los restos de una mano demasiado nerviosa.


[Traducción de Altair Díez y Abel H. Pozuelo]

Trailer de Phil Spector




David Mamet dirige ese telefilme para la HBO, protagonizado por Al Pacino y Helen Mirren. El trailer puede verse aquí.

Night Train to Lisbon: dos carteles



martes, febrero 05, 2013

La mirada del director, de Varios Autores. Edición de Jeremy Kagan


Todo cinéfilo debería leer este libro, si no lo ha hecho ya. Consiste en una serie de entrevistas que Jeremy Kagan (que también es cineasta) hizo a los directores de cine que fueron pasando por los seminarios del Gremio de Directores de América. El editor ha separado las preguntas y las respuestas por temas, de tal modo que estamos ante un libro fragmentario. Por ejemplo, cuando empieza la sección dedicada al reparto de las películas, va insertando las respuestas de esos directores, de tal manera que deja un mosaico muy acorde con estos tiempos, al estilo postmoderno. Lo que ellos cuentan tiene mucho interés, primero porque se trata de cineastas prestigiosos y reconocidos, y segundo porque nos hablan sobre el casting, los ensayos, el rodaje, la elección de la música, el montaje…

He sido incapaz de elegir a uno de ellos, o una declaración en concreto, porque casi todos están en mi lista de favoritos. Por cierto, al final, como apéndice, además de las biografías pertinentes, se incluye una conferencia de Elia Kazan. Ésta es la nómina de directores que hablan con Jeremy Kagan: Roberto Benigni, John Madden, Steven Spielberg, Peter Weir, James L. Brooks, James Cameron, Curtis Hanson, Gus Van Sant, Anthony Minghella, Mike Leigh, Scott Hicks, Cameron Crowe, Michael Radford, Mel Gibson, Robert Zemeckis, Quentin Tarantino, Frank Darabont, Mike Newell, Andrew Davis, Rob Reiner, Neil Jordan, Clint Eastwood, Barbra Streisand, Barry Levinson y Oliver Stone.


[Traducción de Marta Heras]

Cartel y trailer de Mud


La tercera película de Jeff Nichols, 
autor de las inquietantes Shotgun Stories y Take Shelter.
[Y el trailer: en este link]

Trailer de Like Someone in Love


La nueva película de Abbas Kiarostami. Trailer: aquí.

Próximamente: Desenfreno


De Joe Dunthorne. En Suma de Letras.
[Os recuerdo que su autor escribió la entrañable Submarino]

Cartel de A Teacher


The Lords of Salem: cartel y trailer


lunes, febrero 04, 2013

Disociados


A partir de esta semana empezará a distribuirse en las librerías.


Cartel de The Jeffrey Dahmer Files


Cartel de Educazione siberiana


domingo, febrero 03, 2013

Larry McMurtry en El Cuaderno


El número 42 de El Cuaderno incluye mi reseña sobre La última película, la novela de Larry McMurtry de la que colgué un fragmento en este blog. Puede leerse/descargarse aquí.


sábado, febrero 02, 2013

Silver Linings Playbook (El lado bueno de las cosas)


El lado bueno de las cosas, el horrendo título con el que han bautizado en España a Silver Linnings Playbook, es la nueva película de David O. Russell. Recalco esto último para quien no lo sepa o no se fije, pues me da la impresión de que la mitad (y me quedo corto) del público que va al cine (o que se descarga las películas del emule o se traga screeners en streaming) ni siquiera se molesta en saber un poco más acerca de los directores, qué han hecho antes, por qué motivos y cuál suele ser su trayectoria. Y digo esto, también, porque el caso de Russell es atípico e interesante. A mí, en particular, suele sorprenderme: Flirteando con el desastre me descolocó por completo, era una comedia atípica; con Tres reyes se ganó el respeto de la industria y de la crítica, y triunfó en taquilla, y a mí me gustó mucho; con Extrañas coincidencias volvió a desorientarnos, ya que se trataba de una película marcianísima; luego llegó la que, para mí, es su mejor obra: The Fighter, que lo devolvió al número uno tras el descalabro de su anterior filme. Como cuentan en Imágenes de Actualidad, con Extrañas coincidencias se ganó fama de difícil y conflictivo y estuvo seis años sin rodar. Tras su retorno con The Fighter, que era un drama en toda regla, vuelve a sorprendernos: trata un tema tan delicado como el trastorno bipolar, y lo hace con un tono de comedia que empieza en lo atípico y desemboca en un final al uso (pero que le perdonamos porque, a esas alturas, sus personajes ya nos han enamorado).

Me gusta Silver Linings… porque disfruté con sus personajes, tras varias películas plagadas de enfermos, muertes, hambruna y violencia; me gusta porque Bradley Cooper está fantástico y porque el personaje de Jennifer Lawrence es una bomba y enamora; me gusta porque sabe cómo contar el punto de quiebra en el que una persona bipolar estalla y “descubre” lo que le ocurre (en este caso: la infidelidad de la mujer del protagonista, Pat, al que interpreta Cooper), y cómo es incapaz de superarlo (Pat aún cree que su mujer volverá con él, aunque tenga una orden de alejamiento de ella tras apalizar al amante; y él sigue en su película: se ha creado un mundo de fantasía en el que cree que sólo es una separación transitoria), y cómo necesita el contacto con otras personas conflictivas para salir adelante (y ahí entra el personaje de Lawrence); y me gusta, finalmente, por el rango de locura que el director ha sabido imprimir a la historia, ya sea mediante las acciones de los personajes, la locura que asoma incluso en quienes no están diagnosticados o la manera de filmar a los actores. Bien, vale, no es The Fighter; no sé si merece tantos premios (sí los merecen Cooper y Lawrence: esto lo tengo claro), probablemente no; pero te garantiza un rato de evasión y entretenimiento, lo que no es poco.

Viajes al fondo del precipicio, de Manolo D. Abad



Ese verano volví a frecuentar la piscina de aquel club por las mañanas. Esteban Ramos, mi jefe, me había vuelto a contratar para los meses de julio, agosto y septiembre para la supervisión de las actividades de su local favorito por excelencia. Había que controlar a muchos socios gorrones, que empleaban la táctica de antaño de no pagar hasta el final de su estancia y deslizarse hacia la salida cuando los camareros no se daban cuenta; las entradas de no socios, con sus inverosímiles versiones para colarse; mil y un asuntos para los que había conseguido una gran capacitación tras muchos años de trabajo duro. Estaba en tan ingrata labor la práctica totalidad del día, bien secundado por mi ayudante Bermúdez que tenía un horario más ligero, menos responsabilidad y, por supuesto, unos ingresos inferiores a los míos. Esos tres meses de locura tenían su premio a primera hora de la mañana, entre las nueve y las once, en que la espectacular piscina del complejo deportivo se presentaba para mí solo. Hacia las once comenzaban a llegar los primeros bañistas y ese era el momento en que debía desplazarme hacia una de las mesas de la terraza del bar para no perder de vista ni a camareros ni a clientes hasta bien entrada la tarde. Mi mesa, eso sí, siempre permanecía reservada, estuviera presente o no.

[Del relato “La culpa”]


Cuatro carteles de The Incredible Burt Wonderstone





Iron Man 3: segundo cartel


Cartel de Möbius