sábado, febrero 02, 2013

Silver Linings Playbook (El lado bueno de las cosas)


El lado bueno de las cosas, el horrendo título con el que han bautizado en España a Silver Linnings Playbook, es la nueva película de David O. Russell. Recalco esto último para quien no lo sepa o no se fije, pues me da la impresión de que la mitad (y me quedo corto) del público que va al cine (o que se descarga las películas del emule o se traga screeners en streaming) ni siquiera se molesta en saber un poco más acerca de los directores, qué han hecho antes, por qué motivos y cuál suele ser su trayectoria. Y digo esto, también, porque el caso de Russell es atípico e interesante. A mí, en particular, suele sorprenderme: Flirteando con el desastre me descolocó por completo, era una comedia atípica; con Tres reyes se ganó el respeto de la industria y de la crítica, y triunfó en taquilla, y a mí me gustó mucho; con Extrañas coincidencias volvió a desorientarnos, ya que se trataba de una película marcianísima; luego llegó la que, para mí, es su mejor obra: The Fighter, que lo devolvió al número uno tras el descalabro de su anterior filme. Como cuentan en Imágenes de Actualidad, con Extrañas coincidencias se ganó fama de difícil y conflictivo y estuvo seis años sin rodar. Tras su retorno con The Fighter, que era un drama en toda regla, vuelve a sorprendernos: trata un tema tan delicado como el trastorno bipolar, y lo hace con un tono de comedia que empieza en lo atípico y desemboca en un final al uso (pero que le perdonamos porque, a esas alturas, sus personajes ya nos han enamorado).

Me gusta Silver Linings… porque disfruté con sus personajes, tras varias películas plagadas de enfermos, muertes, hambruna y violencia; me gusta porque Bradley Cooper está fantástico y porque el personaje de Jennifer Lawrence es una bomba y enamora; me gusta porque sabe cómo contar el punto de quiebra en el que una persona bipolar estalla y “descubre” lo que le ocurre (en este caso: la infidelidad de la mujer del protagonista, Pat, al que interpreta Cooper), y cómo es incapaz de superarlo (Pat aún cree que su mujer volverá con él, aunque tenga una orden de alejamiento de ella tras apalizar al amante; y él sigue en su película: se ha creado un mundo de fantasía en el que cree que sólo es una separación transitoria), y cómo necesita el contacto con otras personas conflictivas para salir adelante (y ahí entra el personaje de Lawrence); y me gusta, finalmente, por el rango de locura que el director ha sabido imprimir a la historia, ya sea mediante las acciones de los personajes, la locura que asoma incluso en quienes no están diagnosticados o la manera de filmar a los actores. Bien, vale, no es The Fighter; no sé si merece tantos premios (sí los merecen Cooper y Lawrence: esto lo tengo claro), probablemente no; pero te garantiza un rato de evasión y entretenimiento, lo que no es poco.