miércoles, marzo 12, 2025

Vertedero, de Oliver Franklin-Wallis

 

Conozcamos nuestra basura, escribía Don DeLillo en Submundo, novela que citan varias veces en Vertedero.

Me interesa mucho todo aquello que menudea bajo la superficie o que no se ve a simple vista: por eso tengo libros de investigación sobre las ratas de NY, los subterráneos de Londres y de otras muchas ciudades, el funcionamiento del cáncer y de los virus y de los excrementos, las actividades cotidianas de los psychokillers...

Por eso no podía perderme Vertedero, que es sin duda uno de los grandes libros de 2025. Su autor dedicó 4 años a recorrer el mundo, entrevistarse con gente e investigar qué ocurre con lo que tiramos. Su viaje es fascinante e incluye vertederos, activistas del friganismo, depósitos de chatarra, plantas de reciclaje, colonialismo tóxico, contenedores de ropa usada, cenizas de cadáveres, alcantarillas y aguas residuales... El último capítulo, en torno a la gestión de residuos nucleares, es bastante terrorífico: la toxicidad de muchos de esos materiales durará miles de años. Algunas citas:

Donar no es una salvación: para la mayoría de nosotros, se trata solo de hacer que nuestro problema más actual (tener demasiadas cosas) sea de otra persona.

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¿Qué fue lo que escribió DeLillo? “Los residuos son la historia secreta, la subhistoria”. Todo lo que enterramos es una cápsula del tiempo de destino desconocido. El problema es que los residuos tienen la costumbre de resurgir.

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Sentirse culpable es también caer en la misma trampa inmemorial de que la responsabilidad personal será suficiente para cambiar el sistema.

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Una vez que de verdad empiezas a fijarte en los residuos, los ves por todas partes. Se convierten en una obsesión. Pasado un tiempo, comienza a pasarme factura anímica.



[Capitán Swing. Traducción de Daniela Martín Hidalgo]


Cartel de The Life of Chuck

 


En Aleteia: Los niños perdidos

 

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Black Bag: 2º cartel

 


viernes, marzo 07, 2025

Mi muerte, de Lisa Tuttle

 

Lo que logra Lisa Tuttle (de quien también os recomiendo los cuentos de terror de Nido de pesadillas) en unas 130 páginas es brillantísimo: una novela circular que parece de no ficción en la que una escritora, metida en el duelo y en el bloqueo literario, decide preparar un libro sobre una olvidada artista y escritora a la que pintó un famoso artista y escritor en una versión de Circe... a la que sin embargo la Historia parece haber medio borrado (a ella, no a él).

Cuando uno lleva unas páginas y decide buscar en Google más datos de aquella pareja... descubre que son vidas ficticias de Tuttle, pero tan bien urdidas que uno se las había creído.  

Durante su investigación la narradora empieza a encontrar elementos inexplicables, como la ceguera repentina del escritor cuando visitaron una isla o el enigma del título del cuadro que ella pintó en ese viaje: Mi muerte... Empieza a descubrir cosas familiares entre ella y la mujer retratada, Helen Ralston, que aún sigue con vida y a la que podría conocer. No se puede contar mucho más para que al lector le sorprendan los pasos que la autora va dando en torno a los temas de la musa, el olvido o la memoria. Muy buena. Un fragmento:

Mi última obra de no ficción se había publicado casi quince años antes y no había sido un bombazo ni un desastre. Hubo reseñas positivas y agotó la primera edición. Por desgracia para mí, nunca se reimprimió y la esperada edición en bolsillo tampoco llegó a salir. En ese ínterin la editorial fue absorbida por otra y mi editor fue uno de los muchos miembros de la plantilla que sufrieron las consecuencias de la reorganización y acabaron en la calle. Mi libro se perdió en medio de aquel caos y, para cuando se me ocurrió una idea para otra obra en la misma estela, la moda ya había pasado, nadie mostró interés y mi flamante trayectoria como autora de no ficción popular quedó en agua de borrajas. Todo esto había ocurrido hacía mucho tiempo, no entendía por qué no podía darme otra oportunidad.



[Muñeca Infinita. Traducción de Regina López Muñoz]


Cartel de On Swift Horses

 


Cartel de Sacramento

 


martes, marzo 04, 2025

97 Edición de los Oscar (2025)

 

 

Lista completa: aquí.

 


 

Riff Raff: 2º cartel

 


En Aleteia: Super/Man: La historia de Christopher Reeve

 

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viernes, febrero 28, 2025

Gene Hackman (1930 - 2025)

 



jueves, febrero 27, 2025

Casas de locos, de Colin Barrett

 

Una o dos veces al mes necesito leer algo de género negro o similar, una de esas novelas duras y ásperas, con personajes al filo y muchos diálogos, y a menudo Sajalín saca algo de estas características. La primera novela de Colin Barrett, de quien ya recomendamos sus relatos por aquí, no es exactamente de género negro pero cumple las otras condiciones y es muy adecuada para la colección Al Margen.

Cuando uno la termina advierte que la trama (dos fulanos secuestran al hermano de un tipo que les debe dinero y le dan a éste unos días de plazo para saldar la deuda) es una excusa porque lo que a Barrett le interesa es la vida de estos personajes irlandeses y sus cuitas: las depresiones, las pérdidas de padres y/o madres, el consumo y la venta de droga, los trabajos temporales para ir saliendo del paso, el futuro que se discierne muy oscuro...

Y con ese recurso, y con personajes al filo de la legalidad, nos leemos esta novela que ya nos embruja en la primera página con ese grandullón solitario al que, en el colegio, los chavales solían brear pese a sus dimensiones de titán. Un tío torturado que, a mi entender, resulta el personaje más jugoso del libro. Unos extractos:

Sketch Ferdia tenía unos veinticinco años, un par más que Dev. Era un tipo apuesto, con el corte de pelo engominado de treinta euros de un futbolista de la liga inglesa y la cuidada musculatura de un fanático del gimnasio; en sus brazos grandes y tatuados había tal profusión de letras e ilustraciones que parecían las páginas de un manuscrito medieval. Tenía una engreída mandíbula recta, melancólicos ojos azules y propensión a atizar a la gente en la cabeza siempre que lo consideraba oportuno.
Gabe, en cambio, era piel y huesos. Rozaba los cuarenta pero aparentaba diez años más, con una cara como una iglesia vandalizada, alargada, angulosa y picada, y unos ojos que resplandecían en las profundidades de sus cuencas como ventanas rotas. El suyo era el rostro de un hombre que había pasado por terribles y voraces privaciones, lo que, en cierto modo, era el caso.
Durante casi una década Gabe se había chutado heroína, con la aguja y la correa y toda la parafernalia, una proeza difícil de conseguir allá en el culo del mundo porque la heroína no era una droga disponible ni popular en el oeste de Irlanda. Dev nunca probaba nada más fuerte que la cerveza, pero sabía que los gustos farmacéuticos del mayoíta medio tendían a alejarse de las sustancias que fomentaban la narcosis, la introversión y la melancolía –rasgos que los nativos ya poseían en ingentes cantidades hereditarias–  a favor de los estimulantes: anfetas, coca y speed, drogas diseñadas para acelerar el pulso y hacerte perder la cabeza.
Gabe había sido una excepción. Finalmente dejó la heroína hacía un par de años, pero solo después de marcarse una sobredosis en tres fiestas distintas en el transcurso de un solo verano, que en los tres casos acabaron en las urgencias de Castlebar.

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Unos meses antes habían aparecido por su casa como de costumbre y se habían pasado la noche sentados en el sofá de Dev, bebiéndose las cervezas de Dev y hablando por los codos de ese cabrón engreído de Cillian English. Del hijoputa tozudo y cabezota de Cillian. Le debía dinero a Mulrooney, mucha pasta, y hacía ya demasiado tiempo de eso; estaba llegando al punto, sostenían los Ferdia, en que tendría que haber consecuencias. El hermano pequeño y la madre de English vivían en el pueblo y a lo mejor tendrían que darles un toque para demostrarle a Cillian que ellos y Mulrooney no se andaban con chiquitas. Podían pillar al hermano y retenerlo aquí, dijeron.



[Sajalín Editores. Traducción de Magdalena Palmer]


Trailer de The Surfer

 

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En Aleteia: Memory

 

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Modi: Three Days on the Wing of Madness: primer cartel

 


Michelle Trachtenberg (1985 - 2025)

 


Cartel de Holland

 


Trailer de Havoc

 

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Roberta Flack (1937 - 2025)​

 


Novocaine: nuevo cartel

 


Eden: primer cartel

 


viernes, febrero 21, 2025

Recuerdo: correspondencia seleccionada, de Ray Bradbury

 

Uno de mis géneros favoritos es la correspondencia de los escritores. Aquí el editor la ha distribuido por temas (no por orden cronológico, que es lo habitual) y el resultado es más entretenido porque no hay que ver la evolución ni notar cómo la escritura mejora, sino que podemos centrarnos en sus libros a través de los temas: cine, literatura, mentores, sistema editorial, política, etc.

Además de las cartas de Bradbury se incluyen bastantes respuestas de celebridades, por ejemplo Frederick Pohl, Truffaut, Richard Matheson, Anaîs Nin, Fellini, Gore Vidal, John Huston, JFK, Stephen King, Arthur C. Clarke...

Recordemos que Ray Bradbury fue un maestro en lo suyo y continuamente se siguen reeditando y vendiendo obras míticas del calibre de Crónicas marcianas, Fahrenheit 457, El hombre ilustrado o La feria de las tinieblas. En estas cartas vemos su proceso de escritura, sus obsesiones, su afán de perfeccionismo e incluso las polémicas que mantuvo con algunas personas. Uno de los capítulos más interesantes es el último, en el que se consignan algunas reflexiones del autor: ésas que no enviaba a nadie, que eran para sí mismo. Es, no sé es necesario aclararlo, para muy fans de Bradbury, quien llega a decir: Un escritor o es libre de pensar y escribir lo que quiera, moleste a quien moleste, o es un don nadie.



[Minotauro. Traducción de Pilar de la Peña Minguell]

Cartel de Warfare

 


Cartel de Freaky Tales

 


Cartel de Eric Larue

 


viernes, febrero 14, 2025

Submundo, de Don DeLillo

 

Compré este libro, de 700 páginas y formato grande, apenas unos meses después de salir en la edición de Circe. Tengo todas las obras de Don DeLillo que aparecieron en esta editorial, y luego compré las que ha ido publicando Seix Barral y eran nuevas o estaban inéditas. En fin, que dispongo de toda su bibliografía en castellano y, entre las que me faltaban por leer, estaba Submundo... cuya lectura he ido aplazando años porque sus dimensiones me acojonaban un poco.

Pues bien, por fin la he leído y me parece descomunal y absorbente. Dibuja un retrato de los USA mediante numerosos temas que agotarán a quienes no estén versados en trayectos tan largos, y nos demuestra otra vez que DeLillo fue por delante de todos, se adelantó a su tiempo ya en los 90: internet y sus hipervínculos, la basura en las calles, el reciclaje doméstico y la gestión posterior de los residuos en los vertederos, el béisbol y el fanatismo hacia los objetos, las algaradas callejeras, los asesinos en serie, la guerra fría y las pruebas nucleares en los desiertos, la construcción del World Trade Center, el poder de la tecnología, las apariciones de Lenny Bruce y Sinatra y Edgar Hoover, la transformación de un hombre desde su paso por un reformatorio hasta su ingreso en el modelo laboral y económico...

La prosa de DeLillo quizá cueste un poco a los que nunca hayan leído su obra porque es un autor capaz de nombrarlo absolutamente todo y suelta sentencias anómalas, enigmáticas y deslumbrantes. Sólo me han pesado algunas páginas en torno a la 400, cuando para mi gusto se desvía demasiado de los hilos principales. Unas cuantas citas:

A veces veo cosas tan conmovedoras que sé que debo marcharme. Contémplalas y vete. Si te quedas demasiado tiempo, desgastas esa muda conmoción. Ámalas, confía en ellas y vete.

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Puedes quejarte de la tecnología tanto cuanto desees. La tecnología expande tu autoestima y os conecta, a ti y a tu bien planchado traje, con cosas que se deslizan por el mundo y que de otro modo no percibirías.

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La realidad no surge hasta que uno analiza los puntos.

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El viento transportaba el hedor de la montaña de desolación.

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Sólo hay una realidad. Quienquiera que controle tus ojos, domina el mundo.

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No la viste porque no sabes mirar. Y no sabes mirar porque no conoces los nombres.

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Las cosas más cotidianas representan los conocimientos más olvidados. Esos nombres son fundamentales para tu progreso.

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El capital elimina los matices de una cultura.

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El auténtico milagro es Internet, la red, donde todo el mundo es todo el mundo al mismo tiempo, y él está allí, entre ellos, invisible.




[Circe Ediciones. Traducción de Gian Castelli]

Cartel de Bring Them Down

 


En Aleteia: El hombre elefante

 

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Trailer de Friendship

 

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The Parenting: primer cartel

 


Cartel de Cheech and Chong's Last Movie

 


Tom Robbins (1932 - 2025)

 


Cartel de The Friend

 


viernes, febrero 07, 2025

Desgarradura, de Emil Cioran

 

Más habría valido tratar de vivir en profundidad que atravesar los siglos en busca de un fracaso.

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Cuanto más poder adquiere el hombre, más vulnerable se vuelve.

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Un libro tiene que hurgar en las heridas, incluso provocarlas. Un libro ha de ser un
peligro.

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No escribimos porque tengamos algo que decir, sino porque tenemos ganas de decir algo.

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Nuestras dolencias nos impiden escapar de nosotros mismos, convertirnos en otro, cambiar de piel, conservar la capacidad de metamorfosearnos. Después de cada paso adelante, nos hacen dar un paso atrás, de manera que no podemos progresar en nada salvo en el conocimiento de nuestra inútil identidad.

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Mi misión consiste en matar el tiempo y la de este en matarme a mí. Entre asesinos nos llevamos de perlas.

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Tener salud es un estado de no-sensación, incluso de no-realidad. En cuanto dejamos de sufrir, dejamos de existir.

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El hecho de ser incomprendido o despreciado conlleva un placer innegable que conocen todos aquellos cuyas obras han carecido de eco. Este tipo de satisfacción, teñida de arrogancia, se va perdiendo poco a poco, pues, con el tiempo, todo se ve amenazado, incluida la idea desmesurada que uno se hace de sí mismo, y esto es factor determinante tanto de cualquier ambición como de cualquier obra, ya sea esta duradera o perecedera.

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X. es el hombre cuyos defectos he estudiado durante años y años con el propósito de hacerme mejor… Él le concedía importancia a todo. Yo he comprendido que esa es la única cosa que no hay que hacer nunca. Su ejemplo, siempre presente en mi ánimo, ¡de cuántos entusiasmos no me habrá librado!

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“Su libro es un fracaso”. “Sin duda, pero olvida usted que lo he querido así y que solo así podía ser un
éxito”.

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Un asco, un asco… hasta perder el uso de la palabra e incluso de la razón.
La mayor proeza de mi vida es la de seguir aún con vida.

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Quien pretenda escribir para la posteridad es, sin duda, un mal autor. No hay que saber para quién se escribe.



[Tusquets Editores. Traducción de Amelia Gamoneda]


Cartel de Riff Raff

 


En Aleteia: The Brutalist

 

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Cartel de Seven Veils

 


Plankton: The Movie: primer cartel

 


Cartel de Last Breath

 


martes, febrero 04, 2025

Juegos prohibidos, de François Boyer

 

Esta breve novela se hizo famosa por la adaptación al cine que hizo René Clément, y que no recuerdo haber visto. La Segunda Guerra Mundial vista desde otra óptica: la de dos niños en una granja y cómo el mundo de violencia y las decisiones extrañas de los adultos condiciona sus juegos, que nada tienen que ver con el sexo (contrariamente a lo que el título podría sugerir). La infancia durante la guerra, como digo, vista desde su perspectiva: ese territorio que no entienden y que van a vulnerar con sus propias reglas desde la inocencia. Éste es su inicio:

La columna de gente reanudó su marcha a duras penas. Parecía una larga lombriz: la cabeza avanzaba, la cola se detenía, la cola avanzaba, la cola se detenía. Paulette, tumbada en el suelo, levantó la cabeza y de repente vio pies, pies y más pies, piernas y más piernas.
Se puso en pie, siguió andando y, distraídamente, intentó identificar los pies de su padre, pues en aquel momento ya era imposible reconocer a nadie por los zapatos: todo el mundo, o casi todo, caminaba descalzo. Aquí y allá había zapatos y zuecos llenos de agujeros, pero estaban inertes y vacíos.
Paulette examinó todos aquellos pies sangrantes. Vio sangre rosa, sangre malva, sangre amarillenta, sangre sucia y azulada; sangre rojo amapola, rojo frambuesa, rojo cereza, rojo grosella, rojo tomate, rojo fresa. Se mordió fieramente el índice, solo para ver qué ocurría. Apenas dos pequeñas marcas, ínfimas, violáceas.
-Rojo sangre –dijo sin convicción.
Un torbellino la arrastró hacia el arcén.




[Muñeca Infinita. Traducción de Vanesa García Cazorla]

Cartel de Black Bag

 


En Aleteia: Despertar (Reawakening)

 

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Marianne Faithfull​ (1946 - 2025)

 


The Monkey: nuevo cartel

 


viernes, enero 24, 2025

Próximamente: Londres

 

De Louis-Ferdinand Céline. En Anagrama.

Los últimos héroes de acción, de Nick De Semlyen

 

Ojo con este libro, si sois cinéfilos y os gusta el género y sois fans de los 80, porque me lo he pasado en grande.

Para empezar, su autor trabaja en Empire, una de las revistas de cine más prestigiosas del planeta, y eso le ha permitido entrevistar a casi todo Hollywood y llenarse las alforjas de anécdotas y revelaciones.

Cuenta cómo empezaron estas 8 estrellas: sus primeros trabajos, sus éxitos y sus fracasos, sus rivalidades y sus polémicas... Conocía unos cuantos datos, pero otros no. Por ejemplo que Chuck Norris es un pedazo de pan y tuvo que morder una rata real (aunque ya muerta) para la escena más célebre de su involuntariamente cómica Desaparecido en combate. Que tanto Arnold como Dolph Lundgren tienen inteligencias superiores a la media. Que Van Damme es como EgoMan aunque no parece mal tipo y Steven Seagal es SuperEgoMan además de un hijoputa total. Que Stallone ha sido muy dado a despedir a gente de los rodajes por chorradas aunque quizá sea el que más se lo ha currado (en términos de carrera más completa y quizá con más personajes icónicos).

Su autor ha escrito un libro muy adictivo, en el que no falta cierta sorna en torno a algunas películas, y se nota lo mucho que admira a Bruce Willis y a Jackie Chan y cuánto detesta a Steven Seagal. Es lo suyo, por otra parte.



[Neo Person. Traducción de Rubén Cervantes Garrido]

Ángel Barrio Bobo (1955 - 2025)