lunes, mayo 06, 2024

Una noche de luna, de Caradog Prichard

 

Jan Morris da las claves precisas de esta extraña novela en el epílogo. Conviene no saltárselo por si al lector se le hubiera escapado algún detalle. En el libro encontramos la infancia de un narrador (con toques autobiográficos pero también con mucha ficción) en un pueblecito de Gales, en el que nos va relatando las tragedias de sus habitantes y las correrías de él y sus amigos. Lo deslumbrante y lo desconcertante de la novela es que, como afirma Morris, está narrada con un tono amable, con la visión ingenua de un niño, en el que predominan su hambre y sus travesuras... pero en sus páginas va contando tantas situaciones perturbadoras que esas oscuridades chocan con el tono en plan aventura juvenil: suicidios, perversiones, peleas a puñetazos, chavales que enferman, soldados jóvenes que mueren en el frente... Hay, también, un análisis de la locura (y sus procesos) que marca el tono ambiguo de la obra. Prichard, poeta y periodista que sólo escribió una novela, introduce también un tono ciertamente humorístico en los apelativos que se gastan los galeses (al parecer por la ausencia de apellido en aquellos tiempos, según se comenta en la nota de introducción): Johnny Edwards el Carnicero, Mary Ciruelas, Frank el Colmenas, Will Cuello de Almidón, etcétera.  

Así empieza:

Voy a preguntarle a la madre de Huw si puede salir a jugar. ¿Puede Huw salir a jugar, oh, Reina del Lago Negro? No, no puede, está en la cama, que es donde deberías estar tú también, diablillo, en vez de ir por ahí armando jaleo a estas horas de la noche. ¿Y dónde estuvisteis los dos ayer haciendo travesuras y volviendo loca a la gente del pueblo?
¿A qué gente del pueblo volvimos loca? No somos nosotros los que les estamos volviendo locos, son ellos los que se están volviendo locos ellos solos. Anoche lo único que hicimos fue dar una vuelta. Ya desde por la mañana me empezaban a decir adónde vas y ten cuidado, cuando iba a Pen y Foel a buscar el rebaño de Tal Cafn y mientras cogía una cesta de setas en Ffridd Wen y arrancaba de camino a casa unas cuantas patatas del huerto de Owen de Gorlan para mi madre.




[Muñeca Infinita. Traducción de Ismael Attrache]