viernes, abril 12, 2024

El que menos sabe, de Tomás Sánchez Santiago

 

 

DÍA POR DÍA

Uno tras otro. Faros. Mansedumbre
de coches. Bajan a la ciudad cada mañana
a someterse a un ruido sucio de relojes
y al súbito sabor de los abusos
en la rapacidad de los contratos.
Tú ya estabas ahí, los esperabas
despierto y alentando en lo oscuro, registrando
el latido del alba, los crujidos primeros
del mundo, que parece no conmover nada
a esa fila de ruedas sigilosas
manejadas por quienes vienen del sueño y sus relámpagos
y van a entrar así,
día por día,
en la luz laboral de otra mañana,
entre canciones desencadenadas
para apagar el peso de invisibles martillos oscuros,
achuchones en el alma que logran infligir
horarios extendidos y vigilancias ásperas.

**

SITIOS DONDE CABE TU CORAZÓN

En las esquinas rotas de las uñas.
En esas pequeñas dunas que hacen los pliegues vivos
de las orejas.
En el filo de las monedas despreciadas sobre los mostradores.
En el ojo solar de los imperdibles
y en el último sorbo que pone el atardecer
sobre una copa más de vino.
Entre las lágrimas de los desposeídos de Lesbos
y estirado sobre la lengua inapropiada de los niños.
Bajo las minas de lapiceros que no saben de números
y ajustado a la piel de las frutas cesadas.
En todo caso cabe él. Ahí lo veo
con la voz de plata y la seda sin trampa de su nombre.
Ni siquiera la nieve será tan menuda
cuando caiga con su sigilo blanco
sobre todas las cabezas del invierno.

**

(29, junio)

Últimas apariciones aún salen a recibirme si entro solo, ya de noche, tanteando por entre una geografía desvitalizada. Flores de plástico, tarros mediados de sustancias con la ferocidad de lo que caducó en silencio, el historial médico de tus anomalías resueltas en nombres afilados con fervor clínico… Eso es lo que va quedando ya, como quedan los sedimentos resecos en el fondo de un plato abandonado. Es el olor de las terminaciones. Entro en la casa ahora y una química turbada flota sobre la mariposa de tu nombre, aún caliente.



[Eolas Ediciones]