La vejez se presenta de golpe y sin avisar, para Trotski es lo más inesperado que puede acontecer al hombre, un hombre es joven hasta que una mañana se da cuenta de que es viejo, nadie le había advertido que iba a ser viejo de un momento a otro y la nueva situación lo desorienta.
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[…] el triunfador acaba convirtiéndose en un parásito administrativo, es un uso habitual en política, algo que viene regulado desde hace ya muy largos años por el derecho consuetudinario.
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Si queréis convertir a España en un país de peones anestesiados, no tenéis más que apartar a los españoles de las humanidades; el camino es bien fácil.
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Los fracasos históricos son un juego de niños al lado de las frustraciones individuales y la angustia que puede producir la idea de la proximidad de la muerte. Es grave sentirse naufragar en un hondo agujero negro del que no se quiere salir, y es muy difícil acertar en la diana de los buenos propósitos cuando poco a poco se nos han ido cerrando todas las puertas. El individuo paga en su alma la quiebra de las estructuras sociales y después, cuando empieza a darse cuenta del incendio en el que acabará consumiéndose, no suele tener ya interés en nada, ni siquiera en vivir pobremente, eso que pudiera ser un gran consuelo.
[DeBolsillo]