martes, febrero 01, 2022

Conversaciones sobre la escritura, de Ursula K. Le Guin (con David Naimon)

 

 

Esto de vivir tantos años como yo tiene sus ventajas y desventajas. Una de las ventajas es que no puedes evitar ver las cosas a largo plazo, has visto que las corrientes van y vienen. Cuando algo se anuncia como la única e infalible manera de escribir enseguida detectas que es una moda, una tendencia; la manera de escribir correcta en este momento si quieres venderle tu obra en este momento a una editorial que esté en activo en este momento. Pero hay que pensar más allá del presente. No hay nada que esté más muerto que la moda del año pasado.

**

Durante seis o siete años estuve escribiendo relatos y novelas de manera metódica, intentaba vender los manuscritos y no iba a ninguna parte. Recibí muchísimas amables cartas de rechazo.
Pero lo cierto es que estaba comprometida con ser escritora, con mi escritura, creo que fue la confianza en mí misma o mi arrogancia lo que hicieron que saliese adelante. “Lo voy a conseguir y lo voy a conseguir a mi manera”. Me atenía a eso. Y pum, de repente lo conseguí.

**

Cualquier obra de arte es más que pensamientos verbales que pueden parafrasearse verbalmente. En un libro se cuecen más elementos y eso es algo que tendría que incluirse en la crítica. No puedes reducir una novela o un poema a un único significado inteligible.

**

Pero la centralidad es lo último que los canonizadores conceden a las mujeres. A las mujeres hay que dejarlas en los márgenes.
Incluso cuando se admite que una novelista es una pluma de primera línea, volvemos a ver las técnicas de exclusión en marcha. Se admira mucho a Jane Austen, pero a menudo no se la considera tanto una figura ejemplar como sí una rareza, única e inimitable. No la harán desaparecer, pero tampoco la incluyen del todo.
La denigración, la omisión y la excepción son mecanismos que se activan durante la vida de una escritora y que son preparativos para que desaparezca después de morir.


[Alpha Decay. Traducción de Núria Molines]