viernes, junio 11, 2021

Tainted Love, de Stewart Home

 

 

A pesar de su prestigio, de su apetitosa bibliografía y de ser alabado aquí por escritores/prescriptores del calibre de Kiko Amat y Javier Calvo, es como si Stewart Home no acabara de encontrar su nicho en España, algo extensible a otros formidables autores anglosajones de los que poco a poco algunas editoriales independientes van traduciendo varios de sus libros, en un goteo que no se nos escapa a unos cuantos fieles: y aquí podríamos citar a Kathy Acker, Thom Jones, Lydia Lunch, Hubert Selby Jr. o William T. Vollmann. Autores incómodos, ásperos, rompedores, a menudo difíciles para el lector medio.  

Desde la traducción del ensayo de Stewart Home titulado El asalto a la cultura (Virus Editorial, 2002) hasta la de Acelerados al máximo (de la desaparecida Libertos Editorial, que también publicó a Richard Hell, Lydia Lunch y Mark Manning) transcurrieron 9 años. En 2012, Alpha Decay apostó por su novela Memphis Underground… y desde entonces no habíamos vuelto a saber nada de traducciones de sus obras.

Por fortuna, el Colectivo Bruxista se encarga ahora de recuperar a este escritor con la publicación de Tainted Love, una admirable y absorbente novela en la que, partiendo de los “diarios, cartas y un esbozo de autobiografía” de la madre del autor, Stewart Home utiliza dicho material para recomponer, en una narración en primera persona cuyo embrujo nunca decae, los años de juventud de esa mujer (Julia Callan-Thompson en la realidad; Jilly O’Sullivan en el libro).

El escritor, por así decirlo, se mete en la piel de ella y la convierte en la narradora de su tiempo en el Londres de los años 60 y 70. Puede que, en este engranaje por donde circulan los álter ego (el propio Home aparece reconvertido en “Lloyd O’Sullivan”), las narraciones prestadas y las indagaciones entre los documentos históricos y la contracultura, muchos huecos se hayan suplido mediante la ficción. Pero ése, precisamente, suele ser el cometido de la literatura: es así como una novela de estas características cobra más valor, al menos para algunos de nosotros.

Julia/Jilly fue modelo y chica de compañía y a veces prostituta. Murió a los 35 años en circunstancias no aclaradas: una de esas muertes que, como las de Bruce Lee o Marilyn Monroe, abren la puerta a toda clase de especulaciones (asesinato, suicidio, sobredosis accidental, etcétera). Tuvo que entregar en adopción a su hijo por presiones de la gente mafiosa con la que se vio envuelta pero a la vez supo utilizar sus artimañas femeninas y su inteligencia para mantenerse años en el filo de la navaja mientras sobrevivía a gángsters, chaperos, clientes retorcidos y policías violadores. Eso es lo que se cuenta en la novela, a grandes rasgos: que sea verdad o no, como apunta Javier Calvo en el prólogo, es irrelevante.  

¿Por qué nos hechiza Tainted Love?

En primer lugar por ese pulso narrativo, que no disminuye en ningún momento y que incluye algunos giros casi radicales (como la transcripción de las voces de un supuesto documental o de un par de cintas grabadas por un célebre psiquiatra), y que nos conduce por una serie de temas del Londres de los 60 y 70 que simbolizan a la perfección lo que fue aquello: el cine, la música, las drogas, el alcohol, la mafia, la libertad sexual… No se trata de una de esas biografías que a ratos resultan tediosas, en especial porque Home proviene del punk, de la contracultura, de las provocaciones… y lo último que haría es aburrir al lector. Tainted Love, con ese ritmo endiablado de referencias a la cultura pop y personajes de toda índole, sería más o menos como “leer una película” de Martin Scorsese.

En segundo lugar por el desfile de celebridades con las que Jilly se junta y a quienes conoció y trató, como los músicos Brian Jones y John Lennon, los escritores Alexander Trocchi y Colin MacInnes y William Burroughs, los mafiosos Hermanos Kray, los directores de cine Donald Cammel y Michael Reeves o el psiquiatra R. D. Laing, entre otros muchos. Sin olvidar alusiones sorprendentes a Jess Franco, Patty Hearst, Daniel Odier, Roger Corman o Frank G. Critchlow (quien regentó el Restaurante Mangrove, del que muchos hemos sabido gracias a un episodio de la reciente serie de Steve McQueen Small Axe). A todo esto ayuda bastante la cantidad de notas al pie, casi 80, que ha preparado su traductor, Ce Santiago, para mí uno de los grandes especialistas en literatura anglosajona de España, y cuyo contenido aclara datos, nombres y referencias.

En tercer lugar porque, sea realidad o ficción, Stewart Home hace algo tan difícil como entregarnos a una narradora que está viva, en el sentido de que la conocemos como si hubiéramos compartido cenas y fiestas con ella, la sentimos como si fuese la auténtica escritora de la novela, y nos quedamos atrapados en su manera de narrar y en su naturalidad para aceptar las cosas cuando vienen mal dadas. En última instancia, Tainted Love es el retrato salvaje y humanitario de una mujer capaz de sobrevivir en las circunstancias más atroces: alguien a quien admirar y por quien sentir piedad, un personaje más grande que la vida. Leamos un fragmento para cerrar:

Cuando regresé de India en junio de 1969, Londres había cambiado y también yo había cambiado. Quienes habíamos formado parte de la contracultura emergente a principios de los sesenta, sufríamos por entonces de agotamiento posthippie. Yo tenía veinticinco años y la adicción al caballo que había adquirido me sirvió como distintivo de una década de inmersión en la sociedad alternativa. Me había pasado consumiendo opiáceos prácticamente cinco años y volví a Londres con una adicción enorme.



[Colectivo Bruxista. Traducción de Ce Santiago]