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viernes, febrero 15, 2019
Versos de ocasión, de Eduardo Margaretto y Eva Mascarell
las manos siempre en los bolsillos
abrí la puerta en hora oscura, cuando la llave cierra todos
los secretos
las ideas decadentes que llegan de muy lejos la ceniza de
mis recuerdos
sábanas baratas que guardo en un cajón las sombras de mi
alma.
conocemos los dos las palabras que a otros dijimos que
otras dijeron,
ya no son nada, ya no es nada entre nosotros, y para no
delatarnos para
no mirar nunca más a nadie estamos muriendo nosotros
también,
ni más ni menos como ellos.
tus amores fríos, mi risa triste, la paz que jamás
encontraremos bajo el cielo
que cae a plomo sobre unas olas de mármol que se
pierden en el confín
de la distancia, la nuestra, una distancia que se despega
cuando empieza a llover
y me preguntas si aún guardo aquella foto en la que te cogía de la mano.
y cuando te dije que sí, con voz entrecortada como hoja de
un almendro,
tú me dijiste es todo lo que tienes de mí… es todo lo que
tendrás de mí,
y aunque en la radio sonaba Rimmel como inquebrantable
amigo del desastre
me refugié en la feria de un ayer oxidado que se había
quedado sin reloj
en mi memoria llevo tu imagen sin arrugas el rumor de un
juramento
palabras que se mueren de noche cuando te desatas los
zapatos
la rabia y la poesía perdida en el camino que me devuelve
a una mañana
que me robaron cuando nací solo como otros nacen
llorando. y no hablamos
porque ya sabemos cómo se arrastra la vida para custodiar
los recuerdos
porque tú no te has quedado no te has ido ya no me
hablas no sonríes
y yo, en la puerta, con las manos siempre en los bolsillos.
**
elegía ante el cadáver de mi novia (I)
a Olga R. Roig
que la deje me dicen
que va a morir
que me vaya
que no puedo hacer nada
fiebre alta neumonía galopante repentinos ataques de
ceguera
se ha quedado sin linfocitos grita la mujer de blanco
morfina suero
no funcionan los inhibidores de no sé qué coño de
enzimas
donde había dudas y ciertas esperanzas aparecen de
improviso
ruinas escombros equilibrios hechos trizas emociones
devoradas
que salga me dicen
después
después
al final del pasillo del clínico
la veo en una silla de ruedas
al fondo
es la muerte que ha llegado
ciega, la cabeza ladeada las tetas
como colgajos de leche cuajada
y yo mirando alucinado
ahí estaba ya la muerte
¿Por qué la hizo esperar tanto?
[Associació Mar de Fora]