miércoles, noviembre 14, 2018

El complot de las damas muertas, de Jessa Crispin


Jessa Crispin decide viajar por el mundo sin un plan preconcebido. Se aloja durante un tiempo en cada una de las ciudades elegidas e indaga en la vida de algún escritor (aunque tampoco faltan músicos, fotógrafas o las parejas de algunos artistas): Berlín y William James, Trieste y Nora Barnacle, San Petersburgo y Somerset Maugham, Londres y Jean Rhys... No faltan alusiones a otros autores, aunque a menudo Crispin es bastante crítica y baja del pedestal a figuras de renombre. Este libro contiene unas reflexiones espectaculares en algunos tramos. Es ensayo y autobiografía y también libro de viajes y es, sin duda, uno de los libros más fabulosos de 2018. Aquí van unos pasajes:

Estamos tan desconectados con nuestros móviles y nuestras amistades virtuales, en la salvaje tundra del entorno urbano, que todos estamos en peligro de perdernos para siempre. Deslizándonos hacia la nada. Y simplemente así, otra mujer muerta se convierte en alegoría.

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Un pueblo pequeño te encierra. Te da un contexto y un lugar. Sabe tu nombre y tu historia. Sabe cómo te adaptas a los que te rodean. Y esto o bien te parecerá acogedor o lo sentirás asfixiante. En la ciudad puedes construir tu propia identidad desde el principio. Nadie conoce tus errores pasados, nadie sabe que en séptimo te quedaste despatarrado en el suelo del gimnasio, con un diente roto y sangre en la barbilla. Eliges con quién te adaptarás, qué te representará, cómo tomarás forma. Y eso te resultará liberador o bien te volverá esquizofrénico.
Pero en un pueblecito, donde la mayoría de tus opciones ya han sido preseleccionadas, solo falta que elimines las pocas que te quedan con malas decisiones, mala suerte, o críticas de los demás, para que las paredes se cierren por completo lo más rápido posible. Porque mientras estés en ese pueblo, tus papeles nunca cambiarán.

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Lo único que me salvará, o nos salvará a cualquiera de nosotros, de nuestra soledad y desolación, es una sensación de comunidad y sociedad. Aquellos que no tenemos vínculos familiares anhelamos ser reconocidos. El acto de la escritura, el acto de engrosar nuestros invernales árboles genealógicos con los filósofos y los cuentacuentos y los raritos andróginos que en un momento u otro salvaron nuestras vidas, es un acto importante.


[Alpha Decay. Traducción de Elvira Herrara Fontalba]