jueves, noviembre 29, 2018

Cándido, de Voltaire


Si uno no ha leído esta clásica novela de Voltaire, como era mi caso, la editorial Blackie Books la acaba de reeditar en un volumen de lujo: tapas duras, introducción de Julian Barnes, ilustraciones de Quentin Blake, traducción de Carlos Pujol y un elemento insólito: ¡una faja de publicidad que nos gusta y nos hace gracia! (con citas de Flaubert, Vonnegut, Calvino y Ursula K. Le Guin). Las aventuras de Cándido a través del mundo, que con gran destreza supo imitar/parodiar/homenajear John Barth en El plantador de tabaco, son siempre una fuente de placer, filosofía y regocijo. En realidad, cualquier cosa de Voltaire merece la pena: fue uno de los grandes francotiradores de la literatura. No conviene explicar mucho más: hay que leerlo sí o sí porque, aparte de la diversión que procura, es un indicativo de cómo en algunos aspectos (sobre todo en lo tocante a los humanos) el tiempo no parece avanzar. Un extracto:

Entonces, volviéndose hacia él, le dijo: "Caballero, sin duda pensáis que todo va del mejor modo posible en el mundo físico y en el moral, y que nada podría ser de otro modo, ¿no es cierto?". "No –le respondió el sabio–, la verdad es que disto mucho de pensar tal cosa: a mi entender, todo va mal en el mundo: nadie sabe cuál es su rango, ni cuál es su deber, ni lo que hace, ni lo que debe hacer, y exceptuando las cenas, en las que hay no poco regocijo y parece haber una cierta unión, todo el resto del tiempo transcurre en querellas impertinentes: jansenistas contra molinistas, el parlamento contra los clérigos, literatos contra literatos, cortesanos contra cortesanos, financieros contra el pueblo, mujeres contra maridos, parientes contra parientes; es una guerra eterna".


[Blackie Books. Traducción de Carlos Pujol]