Si uno no ha leído esta clásica novela de Voltaire, como era mi caso, la editorial Blackie Books la acaba de reeditar en un volumen de lujo: tapas duras, introducción de Julian Barnes, ilustraciones de Quentin Blake, traducción de Carlos Pujol y un elemento insólito: ¡una faja de publicidad que nos gusta y nos hace gracia! (con citas de Flaubert, Vonnegut, Calvino y Ursula K. Le Guin). Las aventuras de Cándido a través del mundo, que con gran destreza supo imitar/parodiar/homenajear John Barth en El plantador de tabaco, son siempre una fuente de placer, filosofía y regocijo. En realidad, cualquier cosa de Voltaire merece la pena: fue uno de los grandes francotiradores de la literatura. No conviene explicar mucho más: hay que leerlo sí o sí porque, aparte de la diversión que procura, es un indicativo de cómo en algunos aspectos (sobre todo en lo tocante a los humanos) el tiempo no parece avanzar. Un extracto:
Entonces, volviéndose hacia él, le dijo: "Caballero, sin duda pensáis que todo va del mejor modo posible en el mundo físico y en el moral, y que nada podría ser de otro modo, ¿no es cierto?". "No –le respondió el sabio–, la verdad es que disto mucho de pensar tal cosa: a mi entender, todo va mal en el mundo: nadie sabe cuál es su rango, ni cuál es su deber, ni lo que hace, ni lo que debe hacer, y exceptuando las cenas, en las que hay no poco regocijo y parece haber una cierta unión, todo el resto del tiempo transcurre en querellas impertinentes: jansenistas contra molinistas, el parlamento contra los clérigos, literatos contra literatos, cortesanos contra cortesanos, financieros contra el pueblo, mujeres contra maridos, parientes contra parientes; es una guerra eterna".
[Blackie Books. Traducción de Carlos Pujol]