miércoles, febrero 14, 2018

Memorial Device, de David Keenan


Me interesan mucho las historias orales en los libros. Me entretienen y dan una perspectiva muy amplia en torno a un género o a una banda de música: hay historias orales sobre el punk, sobre el porno, sobre los beat… Se han puesto de moda, al menos en España y, sobre todo, si giran en torno a los grupos musicales.

Ése es el principio que sostiene este libro: un conjunto de entrevistas y de declaraciones con quienes estuvieron en torno a la banda escocesa Memorial Device, un mapa fragmentario que arroja las luces y las sombras sobre sus componentes. Con una particularidad: la banda es ficticia y la historia es ficticia y el resultado no es un ensayo o un reportaje, sino una novela. Aunque los protagonistas son ficticios, el entorno no lo es: la escena musical de los años 80, con alusiones a grupos célebres de aquellos años y algunos desparrames inspirados en las correrías de los músicos. En vez de recopilar material sobre un grupo, David Keenan se ha inventado el grupo y las declaraciones, con lo cual es muy posible que se haya agotado más que si hubiera tenido que entrevistar a personas reales.

El resultado es una novela de lectura ágil, con momentos divertidos, con los capítulos precedidos de unos largos títulos que parecen pequeños poemas, e incluso con apéndices donde se nos informa de la discografía de Memorial, de la relación de personajes que intervienen y de las bandas del panorama postpunk del entorno escocés donde transcurre el libro. Así comienza:

Lo hice para sacar la cara por Airdrie. Lo hice por Memorial Device. Lo hice porque luego todos se largaron y se volvieron trabajadores sociales y recibieron cursos sobre cómo enseñar inglés como lengua extranjera o consiguieron trabajo en Greggs: bueno, no todos, algunos murieron o desaparecieron o más bien se recluyeron. En fin, lo hice, iba a decir que lo hice porque en esa época todo parecía posible. Por "esa época" me refiero a 1983 y 1984 y 1985, lo que llamo los años de gloria, los años gloriosos de Airdrie, vaya broma, ¿eh? Aunque en realidad eso sería faltar a la verdad porque en esa época todo parecía más bien imposible.


[Sexto Piso. Traducción de Juan Sebastián Cárdenas]