viernes, agosto 18, 2017

Ni puedo ni quiero, de Lydia Davis



Este conjunto de relatos es de importación, fue traducido y publicado en Argentina, por lo que el lector español encontrará algunos términos con los que no estamos familiarizados. Pese a ello, el nuevo libro de Lydia Davis depara una lectura deslumbrante. Si de sus Cuentos completos me gustaron más los relatos cortos y los relatos hiperbreves, aquí es al contrario: los mejores son los más extensos, especialmente los titulados "Las focas" (sobre la pérdida de una hermana y de un padre con apenas unas semanas de diferencia) y "La carta a la Fundación" (sobre el miedo a ser profesor y enfrentarse cada día a los alumnos y prepararse las clases, como método de subsistencia mientras se busca algo distinto que nunca llega, ni siquiera con becas). O puede que yo, antes, no estuviera preparado de verdad para leer a Lydia Davis, porque su mundo no se parece al de ningún otro escritor. Es como un Kafka con mucho humor. Alguien que, en una página te ofrece un relato corto basado en un sueño, y a continuación una historia de dos o tres líneas y luego una especie de novela corta en el que ya no encontramos humor, sino pesadumbre. Aquí van 3 cuentos:

LOS SEPULTUREROS

Un empleado de funeraria, llevando un cuerpo hacia el norte por la autopista, en Francia, se detiene en un restaurante al costado de la ruta para almorzar algo. Allí se encuentra con otro empleado de funeraria, un colega conocido, que también paró para almorzar algo y está llevando un cuerpo hacia el sur. Deciden sentarse a la misma mesa y comer juntos.
Roland Barthes es testigo de este encuentro entre dos profesionales. Es el cuerpo de su propia madre el que llevan al sur. Los observa desde una mesa separada, donde se sienta con su hermana. Su madre, por supuesto, está acostada afuera, en el coche fúnebre.

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LA CAMINATA DE ÖDON VON HORVÁTH

Ödon von Horváth caminaba cierto día por los Alpes bávaros cuando descubrió, a cierta distancia del camino, el esqueleto de un hombre. El hombre había sido, evidentemente, un alpinista, puesto que llevaba una mochila. Von Horváth abrió la mochila, que estaba casi como nueva. Dentro encontró un suéter y otra ropa; una pequeña bolsa con lo que había sido comida alguna vez; un diario; y una postal de los Alpes bávaros, lista para ser enviada, que decía: "La estoy pasando maravillosamente".

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LA ESCRITURA

La vida es demasiado seria como para que yo siga escribiendo. La vida solía ser más fácil, y con frecuencia placentera, y por lo tanto escribir era placentero, aunque también parecía serio. Ahora la vida no es fácil, se ha vuelto muy seria, y por comparación, escribir parece un poco tonto. A menudo, escribir no es escribir sobre cosas reales, y cuando se escribe sobre cosas reales, a menudo están tomando al mismo tiempo el lugar de algunas cosas reales. Escribir se trata demasiado a menudo sobre personas que no pueden arreglárselas. Ahora me he vuelto una de esas personas. Lo que debería hacer, en lugar de escribir sobre personas que no pueden arreglárselas, es dejar de escribir y aprender a arreglármelas. Y prestarle más atención a la vida misma. La única manera de espabilarme es dejar de escribir. Hay otras cosas que debería estar haciendo en su lugar.


[Eterna Cadencia. Traducción de Inés Garland]