martes, septiembre 06, 2016

NW London, de Zadie Smith


Este verano leí por fin dos novelas sobre Londres cuya lectura llevaba un tiempo aplazando: NW London (de Zadie Smith) y Capital (de John Lanchester). Las dos me parecieron muy buenas, aunque me gustó más la segunda, que comentaré aquí dentro de unos días.

En NW London la autora se centra principalmente en el noroeste de Londres, donde las vidas de varios personajes se cruzan, y donde Zadie Smith nos muestra las dificultades de la vida actual en un gran entorno urbano: amigas que se reencuentran y/o se distancian, mujeres que buscan relaciones sexuales más complejas y arriesgadas que las que puede proporcionar un matrimonio, adictos a la droga… Pero la gran apuesta de la escritora es enseñarnos este mapa lleno de vidas cruzadas mediante una técnica narrativa propia de un dj, mezclando distintos estilos para contar varias historias, desde los pasajes breves que funcionan casi como microrrelatos dentro de un mismo capítulo hasta páginas en las que sólo encontramos diálogos sin acotaciones, pasando por el monólogo e incluso el aforismo. Aquí van tres extractos:  

No son buena gente. Ni siquiera tienen la integridad necesaria para ser la clase de gente que no se preocupa por ser buena gente. Se preocupan todo el tiempo. Se quedan de nuevo a medio camino. Siempre compran Pinot Grigio o Chardonnay porque son las únicas palabras relacionadas con el vino que conocen. Van a una cena y tienen que llevar una botella. Eso al menos sí lo han aprendido. Michel afirma que no compran productos de comercio justo porque no les llega el dinero, pero Leah le dice: no, es porque te da pereza. En el fondo piensa: quieres ser rico como ellos, pero te da pereza su moralidad, mientras que a mí me interesa más su moral que su dinero, y esa idea, esa oposición, la complace. El matrimonio entendido como el arte de la comparación envidiosa.

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Ahora que había tanto trabajo, ahora que en esencia su vida entera se había convertido en trabajo, Natalie Blake sentía una calma y una satisfacción que antes únicamente había experimentado durante el período previo a los exámenes universitarios o bien durante los preliminares de los juicios. ¡Ojalá pudiera hacer que todo pasara más despacio! Había tenido ocho años de edad durante un siglo. Había tenido treinta y cuatro durante ocho minutos. Se acordaba muy a menudo de un diagrama hecho a tiza sobre una pizarra, mucho tiempo atrás, cuando las cosas todavía se movían a un ritmo razonable. La esfera de un reloj que representaba la historia del universo en un lapso de doce horas. El big bang era a mediodía. Los dinosaurios llegaban en algún momento a primera hora de la tarde. Todo lo relacionado con los seres humanos tenía lugar en los cinco minutos previos a la noche.

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De pronto deseaba algo que no fuera la pura inercia de avanzar. Ahora quería conservar. Por este motivo empezó a buscar la comida de su infancia.


[Salamandra. Traducción de Javier Calvo]