martes, noviembre 10, 2015

Un viaje a la India, de Gonçalo M. Tavares



En El Cuaderno, nº 74, del que en breve pondré los links para leerlo, comento esta novela en verso. En ese texto encontraréis varios extractos del libro, y aquí va una selección:

Del CANTO III:

74
Pero mi padre aprendió la lección. Pagó unos intereses altísimos
por una mala inversión, pero volvió a sentarse
en su silla con ganas aún de levantarse.
Hay que conocer la derrota
cuando se es joven y fuerte, porque entonces los fracasos
fortalecen, mientras que más tarde pueden debilitarnos.
Una derrota a tiempo es lo que
te hará ganar a tiempo. Y eso
puede darse en dos momentos o en uno. Me parece.


75
La intensidad con la que nos aplastan no importa,
de hecho, lo importante es la intensidad que nos queda
después de haber sido aplastados.
La realidad no es algo físico,
sino un presentimiento que nos asedia,
repugnancia o, a veces, raramente,
una impresión feliz.

**

Del CANTO V:

10
Viajar no sólo es bueno para los hombres,
para los propios recorridos también es bueno
que haya hombres que los recorran.
Un camino es como una casa:
hay que abrir una ventana, de vez en cuando,
para que circule el aire.
El camino tiene que airearse y los hombres
que lo recorren son los que ejecutan esa tarea.
Son los hombres y las mercancías
quienes se encargan del mantenimiento de la carretera.


13
Y el mundo no tiene mitad
porque nunca está entero: las generaciones de animales,
hombres, plantas y otras materias organizadas
se suceden: cuando unos mueren, otros nacen:
nunca permanecen todos juntos alrededor
de un banquete. El mundo nunca está completo:
faltan las personas que se nos han muerto.


[Seix Barral. Traducción de Rosa Martínez-Alfaro]