viernes, agosto 14, 2015

Maternidad y creación. Lecturas esenciales, de Varias Autoras. Edición de Moyra Davey


Ya lo comenté en Twitter hace unas semanas: éste es un libro importante. Y, a pesar de ello, juraría que ha pasado desapercibido. Consiste en un compendio de textos (ensayos, fragmentos de diarios, relatos y extractos de novelas) de diversas autoras prestigiosas que trataron el tema de lo que significa la maternidad cuando, además, ellas se dedican a la creación. ¿Cómo ve la sociedad a las mujeres que acaban de ser madres? ¿Cuántas barreras se encuentran desde que se quedan embarazadas? ¿Cómo compaginan la crianza y la educación de sus hijos con la escritura? A éstas y otras preguntas trata de responder el libro.

Hay textos para quitarse el sombrero. Hay frases que uno copia. Hay enseñanzas que trata de asimilar o no olvidar. Hay ejemplos con los que uno conecta (mi caso, aunque no sea madre ni mujer, tampoco está muy alejado de algunas de las situaciones que se cuentan en este libro porque compagino la escritura con la educación y crianza de mi hijo). Hay párrafos en los que uno se dice: "Yo pienso lo mismo acerca de este tema. Mi opinión es idéntica, mi experiencia también". Leer cosas así es un alivio.

De todo el lote hay algunas autoras a las que no conocía. Otras a las que sí, caso de Doris Lessing, Joy Williams, Grace Paley, Margaret Atwood o Lydia Davis. Y tal vez mis dos textos favoritos sean los de Adrienne Rich y Annie Ernaux, porque la de ambas es una escritura que golpea, que suelta bombas y perlas continuamente. Pero pasemos ya a los extractos elegidos, que reflejarán bien el cometido de este libro:

Me sentía como si el mundo me observara simplemente como mujer embarazada, y parecía más fácil, menos perturbador, que yo también me observara de ese modo.
[…]
Es una licenciada en matemáticas que tiene ahora dos hijos cuya edad está por debajo de los cuatro años; está viviendo según el ritmo de otras vidas: no sólo del llanto regular del bebé, sino también de las necesidades del pequeño de tres años y de los problemas de su marido.
[…]
Pero a los ojos de la sociedad, una vez se ha sido madre, ¿qué somos sino madres para siempre? El proceso del "destete" –aunque se nos acusa si no pasamos por él– es un acto de rebelión contra la raíz de la cultura patriarcal. No basta con dejar que nuestros hijos se vayan; necesitamos personalidades propias para regresar a ellas.
[…]
Experimentamos no sólo cambios físicos, carnales, sino también de carácter. Aprendemos, a menudo mediante una autodisciplina dolorosa y una autocauterización, aquellas cualidades que se nos suponen "innatas": paciencia, sacrificio, voluntad para repetir sin fin las pequeñas tareas rutinarias de socializar al ser humano. Estamos también, muchas veces para nuestro asombro, poseídas por sentimientos de amor y de violencia más intensos de lo que hayamos conocido nunca. 
Adrienne Rich (de "Cólera y ternura")

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Intenta decirle a un niño que mamá está trabajando, cuando el niño ve con sus propios ojos que su madre está sentada escribiendo... No me atrevo a poner música cuando estoy en el sótano escribiendo, no sea que arriba se crean que estoy holgazaneando. Tengo la sensación de que para que me respeten debo hacer pasteles y pan casero y mantener las habitaciones y la casa ordenada.
Liv Ullmann (citada por Susan Rubin Suleiman en "Escritura y maternidad")

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No es la maternidad lo que desencadena la discriminación de la mujer en el mundo del arte; es el hecho de ser mujer.
Joan Snyder

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Tampoco he logrado nunca que mis hijos se duerman en sus camas. Según los expertos pediatras, en una cultura que valora la independencia y la autosuficiencia, los niños deben aprender a dormir solos. Enseñarles a tranquilizarse es una de las fases críticas del desarrollo de su personalidad. Los llantos de mis hijos cuando se tumbaban en sus camas a dormir solos me torturaban. Me aterrorizaba oír sus pavorosos llantos. Sin seguir mis instintos, intenté amoldarme a los expertos y llevé a Della a su cama a dormir sola desde bebé. La primera vez se encaramó a los barrotes de la cuna y se cayó al suelo de bruces. Ahora tenemos una cama de matrimonio que ambos niños (y a veces mi marido) y yo compartimos. Adoro mirar a los niños cuando duermen y adoro dormirme junto a ellos arrullada por el sonido tranquilizador de su respiración. Creo que la proximidad física que compartimos de noche en familia ha sido muy positiva para todos nosotros. Tengo la sensación de que la ideología de dormirse cada uno en su cama forma parte de un sistema que educa a las personas en el aislamiento social y decidí no escoger este camino.
Ellen McMahon

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Nos asustamos, sentimos pánico, pero la capacidad de aguante de las mujeres es inaudita, ellos lo llaman ánimo.
Annie Ernaux


[Alba Editorial. Traducción de Elena Vilallonga]