jueves, julio 17, 2014

Ibro

El gitano Ibro se ganaba la vida vendiendo papeles viejos y botellas vacías. Poseía una desvencijada carretilla y varias generaciones de habitantes de Modriča lo habían oído, por la mañana, soltar su famoso: "¡Transportes de todo tipo! ¡Cargamos a muertos y vivos!". Vivía en una extraña choza, en una calle cercana al Centro de Salud. Tenía una mujer sordomuda y un hijo retrasado de unos quince años. El 17 de mayo, cuando el ejército serbio entró definitivamente en Modriča, el gitano Ibro se negó a huir, pese a ser musulmán. No mostraron piedad alguna con él. Los soldados serbios le cortaron el cuello, como a su mujer y a su hijo y, como en "tiempos de los turcos", plantaron las cabezas sobre las estacas de la empalizada que rodeaba la casa. Según nos contaron los testigos, en el patio había, sobre la mesa, una botella de raki y café recién hecho. Para dar la bienvenida a los militares, si venían.
Modriča, Bosnia-Herzegovina, junio de 1992


Velibor Čolić, Los bosnios