martes, abril 22, 2014

Sonny Liston fue mi amigo, de Thom Jones


Hace unos años conseguí encontrar en librerías de viejo dos de los tres libros traducidos del escritor norteamericano Thom Jones: El púgil en reposo y Sonny Liston fue mi amigo. Los tres son volúmenes de relatos. Leí el primero y me entusiasmó, y lo recomendé en este blog. No sirvió de mucho porque Jones permanece en el olvido en España (en su perfil de Facebook, por cierto, es bastante activo: es decir, no se trata de un autor alejado de las redes, sino que su actividad es constante).

Hace algunas semanas, conversando sobre libros de boxeo con el escritor Hilario J. Rodríguez y el cineasta Héctor Domínguez-Viguera, Hilario y yo recomendamos con entusiasmo los relatos de Jones. De vuelta en casa me di cuenta de que no había leído aún Sonny Liston fue mi amigo y de que me faltaba por conseguir Ola de frío, el tercero de sus libros traducidos. Así que me puse manos a la obra: empecé a leer el primero y encontré un ejemplar del segundo en Iberlibro.

En Sonny Liston fue mi amigo el autor sigue manejando los mismos temas (las secuelas de la guerra, los hospitales psiquiátricos, los cuadriláteros, las heridas emocionales, el campo de batalla, las fábricas) y retratando a los mismos personajes que pasean por el filo de la cuchilla (antiguos soldados, boxeadores, enfermos de cáncer, perturbados). Sus historias suelen ser bastante duras, próximas (me atrevería a decir) a las de Donald Ray Pollock, Chuck Palahniuk o Dan Fante, por citar algunos autores que también trabajan con seres humanos al límite y que sacuden al lector en cada página. Uno de los personajes del relato “La niña de papá” resume el mundo de Jones con esta frase: La vida es muy perra. Veamos un ejemplo con este diálogo del relato “Cuarenta y todavía en casa”, donde un tipo deprimido y su madre enferma discuten:  

-Deja de decir estupideces –cortó la señora Billis–. Mueve el culo de una vez, sal de la cama, consigue un trabajo, sal a la calle y busca una chica que te haga feliz. ¡Tú mismo eres tu peor enemigo! Y el mío, de paso. Fíjate en mí. Tengo cáncer, pero no me paso el día lloriqueando. Tengo setenta y tres años, pero todavía me levanto por las mañanas y me pongo a trabajar como una condenada.
Matthew estaba al borde de las lágrimas. Sin duda, lo que tenía era una crisis nerviosa.
-¿Por qué tienes que entrar aquí y hacerme la vida imposible? ¿No te das cuenta de que estoy desquiciado, como para recibir electroshocks? ¿O es que llevas la cuenta de mis ciclos vitales para aparecer en el peor momento posible? Tú no sabes lo infernal que resulta buscar trabajo. El capitalismo es el peor demonio creado por el hombre. Hay que ser un hijo de perra para triunfar en el mundo. Hasta que no puedes más y revientas. Y yo ya no puedo más. No aguantaría un minuto más haciendo de chupatintas en otra oficina. Tú no tienes ni idea de lo despiadados que son esos hijos de perra de hoy día. En tu época, la gente todavía era medio decente. ¡Te digo que el mundo está gobernado por hijos de perra, sin que nadie mueva un dedo por remediarlo!

Es en los diálogos donde Jones suele mostrarse más ácido, como en “Un claro de medianoche”, donde una señora pide a su hijastro que la acerque al hospital psiquiátrico donde está ingresado su primo:

-En mi vida he oído a nadie más malhablado que tú –dijo la señora Gordon.
Freddy la miró fijamente.
-Por si quieres saberlo, para mí el infierno es el día a día. Soy conocido por mi temperamento explosivo. Soy consciente de que toda aventura humana termina mal, pero esta visita es demasiado, Iona… ¡Oh, perdóname! Ya sabes que mi percepción de la realidad es difícil de soportar para los demás. Prometo no adentrarme más en la cuarta dimensión de mi desesperación. Si acaso, me limitaré a decir que este planeta sufre gangrena.
-La tierra sufre gangrena –repitió ella–. No vivimos en el paraíso. Ni de lejos.

El libro reúne doce historias, algunas tan sórdidas como la que se cuenta en “Te amo, Sophie Western”, donde un muchacho consumidor de ácidos y enamorado del personaje interpretado por Susannah York en la película Tom Jones, se ve envuelto en una pelea y en un desengaño amoroso y acaba haciéndole una mamada por cien pavos a un proyeccionista cojo. Sin olvidar la primera, la que da título al libro y cuenta la historia de un boxeador apodado Kid Dinamita.


[Muchnik Editores. Traducción de Antonio Padilla]