Arriba figuran los libros de autoría individual que me ha
publicado Editorial Origami. Bajo estas líneas, algunos de los libros de
Origami en los que he colaborado. Menciono esto porque seguiré publicando
algunos textos en esta editorial (de entrada, a la antología crítica sobre
David González le faltan aún tres volúmenes). Y porque me siento conforme, bien
tratado: Antonio Huerta es rápido, es atento, cumple los plazos y de vez en
cuando me llama por teléfono. No se puede pedir más. Y digo esto porque a
principios de esta semana decidí anular el contrato que había firmado con otra
editorial para que me publicaran una novela. Una editorial, además, con la que
ya había trabajado. Los motivos fueron varios: en la primera reunión me dijeron
que el libro saldría en marzo o abril de este año, lo cual no se ha cumplido; y a
partir de la firma del contrato dejaron de responder a mis mails, de modo que
durante un mes y pico estuve esperando a que me contaran cuándo iba a salir el
libro. Eso demuestra falta de interés y, si me apuran, falta de respeto hacia
el autor. Un consejo para escritores noveles: lo que importa no es que tu libro
se vaya a distribuir en Fnac y demás grandes superficies o que obtenga X reseñas… lo que importa es el
trato humano, la calidad de ese trato, que al otro lado del mail o del teléfono
haya una persona que se preocupe de verdad por ti. Eso es algo que he aprendido
con colegas como Álex Portero, Mario Crespo, Francesco Spinoglio o Vicente
Muñoz Álvarez: ellos también han sufrido palos y decepciones. No queremos
trabajar con empresas que nos traten como a ganado. Queremos colaborar con
personas de verdad. De momento, mi siguiente libro saldrá en Canalla Ediciones, que es otro
sitio en el que, en apenas dos o tres semanas, me han hecho sentir como en
casa. No me han tenido un mes esperando por la respuesta de un puto mail. No me han
tenido días comiéndome las uñas para saber, finalmente, cuándo entraremos en
imprenta. Y a veces basta con eso. Con hablar las cosas a las claras. Con responderle
al autor, con el que ya tienes un contrato: “El libro se retrasará” o “Hacemos
lo imposible” o “No sabemos cuándo podremos maquetarlo”. A veces sólo pedimos
eso. Una respuesta. Porque el silencio te mete en terrenos de incertidumbre y
eso acaba matando la paciencia de cualquiera. Pronto espero poner por aquí la
cubierta de ese nuevo libro; y, para después del verano, otro libro de la mano de Origami.
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