martes, abril 01, 2014

Diario de una vagabunda, de Hayashi Fumiko


Sin mucho ruido, pero con firmeza, en Satori Ediciones están haciendo una labor encomiable por la literatura japonesa (no sé si ya lo dije anteriormente). Todos los libros que publican apetecen, aunque tengo un montón de ellos en cola, en espera de lectura. Este jueves presentan este diario en Madrid, pero yo no podré acudir porque debo participar en otro acto.

Aclaremos, primero, que no estamos ante un falso diario o un diario novelizado. Hayashi Fumiko vivió todo lo que cuenta. De hecho, resulta muy interesante leer la biografía de la solapa (“la pobreza y el desarraigo”, “trabajos mal pagados”, “reportera de guerra y viajera incansable”) para hacernos una idea aproximada de su trayectoria, que se completa con el prólogo de Kayoko Takagi. Diario de una vagabunda consiste en las anotaciones que la autora va dejando a lo largo de los días, de la miseria y de los trabajos. Anotaciones en tiempo real, por así decirlo. Pequeños vistazos a lo que le va pasando. El diario está escrito en los años 20, lo cual es insólito: quiero decir que nunca había conocido una historia igual, es decir, la de una mujer japonesa que no sólo es pobre, sino que va contándolo en sus cuadernos, a principios de siglo, y luego lo publica y se convierte en un éxito. Una de sus mayores alegrías era la lectura, y sin embargo tuvo que vender a menudo los libros que había comprado para obtener dinero para alimentarse. Es como si ella se hubiera adelantado a su tiempo: testimonios como el suyo ahora no nos sorprenderían. Os dejo con un par de breves extractos de este volumen, un ejemplo de valentía y supervivencia:

Mi destino es ser vagabunda.
No tengo una tierra natal.
No tengo alcurnia y soy gallinita.

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¿Cuándo llegará el día en que pueda comer despreocupadamente ante esa pequeña mesa?
Escribir uno o dos cuentos infantiles no me da para comer hasta quedar satisfecha. Trabajar en un cabaré es arruinarse como un estropajo. Es triste que un hombre me dé de comer; después de todo, no hay otro remedio, nada más queda que vivir al día vendiendo mis libros.


[Satori Ediciones. Traducción de Virginia Meza]