colores
bandadas de gaviotas
planean por delante de mi vida:
se posan en el alféizar de la ventana:
se arriman a los cristales empañados
y me señalan con sus estridentes picos:
soy para ellas:
lo que yo
para la inmensa mayoría de vosotros:
un exótico:
aunque peligroso
pez de colores:
y bien:
es posible que no sea más que eso:
un pez:
pero no de colores: de colores NO:
yo nado contracorriente:
tengo memoria a corto y largo plazo
y no olvidaré
fácilmente
vuestros caretos en los cristales rotos
de mi vida:
y menos aún: vuestras uñas:
señalándome:
no se os ocurra olvidarme,
porque yo jamás me olvidaré de vosotros:
hubert selby jr
**
arena
como cada día
que hace bueno
voy a la playa
y como cada día
extiendo mi vida
sobre la arena seca
cada vez más lejos
de donde gritan los niños
cada vez más lejos
de donde rompen
las olas:
siempre habrá tiempo para llorar:
delphine de vigan
**
Uno menos. A este paso, pensé, pronto, más de lo que imaginaba, en mi memoria a largo plazo, y fuera de ella, de aquel pasado de coches de choque y páginas de sucesos, no iba a quedar naide por quién preguntar, y este menda, algo impensable en su momento, tendría la última palabra, y si la salud lo respetaba, si su diabetes no le sumía en la ceguera, tendría también, para consigo mismo, para con el mundo, la obligación de escribirla, sin faltar a la verdad, esa última palabra: palabra de epitafio.
[Del relato “Coches de choque”]
[Editorial Origami]