domingo, octubre 20, 2013

De cine, de Eugenio Trías


En este libro de ensayos, de publicación póstuma, el filósofo Eugenio Trías dio muestras de su pasión cinéfila y de sus conocimientos del tema. Subtitulado Aventuras y extravíos, consta de 8 ensayos sobre otros tantos directores, analizando sólo algunas de las películas de esos cineastas: Fritz Lang, Alfred Hitchcock, Stanley Kubrick, Orson Welles, Francis Ford Coppola, Andrei Tarkovski, Ingmar Bergman y David Lynch. O lo que es lo mismo: 8 maestros. Geniales e indiscutibles.

Es una cita obligatoria para todo cinéfilo. Trías no sólo aporta ideas y significados que a uno le gustaría copiar o subrayar, también defiende a capa y espada (y lo hace con rigor) las películas más criticadas de estos autores, películas que, por cierto, en su estreno a mí me fascinaron (y también a parte del público) mientras muchos críticos las denostaban; y esas películas, hoy, con el paso del tiempo, se han convertido en filmes de culto. Por ejemplo: El resplandor, Drácula, Eyes Wide Shut, El padrino III. Con los capítulos que más he disfrutado es con los de los cineastas más modernos (porque uno ya se va cansando de leer cosas sobre los clásicos, aunque no ocurre en este caso), es decir, Kubrick, Coppola y Lynch. Os dejo con algunos extractos:

Sobre Stanley Kubrick y Eyes Wide Shut:

De pronto el relato soñado se extiende a la propia vida. Lo que ha sucedido en dos noches, o en tres días, constituye un ambiguo entrelazamiento de realidad y ficción, de sueño y vida despierta, que puede servir de pauta para comprender la vida entera. Quizá, como decía Schopenhauer, toda vida es siempre una comedia si se la observa a lo largo de una semana (o en dos noches), y una tragedia si se considera la vida en su conjunto.
[…]
Eyes wide shut, muy mal comprendida en los tiempos de su estreno, es seguramente la mayor película que se ha rodado nunca sobre el sexo. Sobre la verdad de la sexualidad (masculina y femenina). Sobre la sexualidad dentro y fuera del matrimonio. Sobre esa sexualidad tan reprochada al médico vienés contemporáneo de Arthur Schnitzler, Sigmund Freud, pero que fue su extraordinario golpe de genio (que todavía escuece y genera reticencias).
[…]
Eyes wide shut es, toda ella, la escenificación de lo que ocurre con tantos sueños eróticos: su interrupción como cesura y contrarritmo.
[…]
La interrupción es característica de muchos sueños eróticos, como lo es también la capacidad que estos sueños tienen de generar metaficción, metarrelato, el sentimiento de haber soñado un sueño dentro del sueño.
[…]
En esta película todos los recorridos (medio reales, medio oníricos) se producen dos veces. Y la segunda vez componen una suerte de comentario crítico a la primera, guiada como está la repetición por la búsqueda de la ambigua verdad que la primera vez se reveló.

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Sobre Francis Ford Coppola y Drácula:

Este Drácula, de Bram Stoker fue rechazado por buena parte de la crítica, pero contó con el favor del público.
Llama la atención la firmeza con que la crítica suele aferrarse a clichés en el género del cine de terror. No parece tolerar interpolaciones, tropos o reconstrucciones a partir de ideas fílmicas audaces, como las que abundan en el guión de esta extraordinaria versión prerrafaelita de estética postvictoriana.
Sucedió con la interpretación de Stanley Kubrick de la novela de Stephen King El resplandor, película espléndida que todavía arrastra prejuicios sobre la interpretación de Jack Nicholson y Shelley Duval. En el caso de Drácula, las impugnaciones proceden de la audaz mutación que se introduce en el guión y en la realización al convertir una historia de vampiros en una sorprendente historia de amour fou ultrarromántica.

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Sobre David Lynch y Cabeza borradora:

David Lynch no está lejos de esa parada de monstruos becketianos: Molloy, Murphy, el innombrable, Mercier y Camier; ni del humor negro desternillante que rezuma este gran novelista irlandés-francés, amigo de James Joyce.
Su cine tiene siempre, como emblema, una aparición monstruosa propia de la peor pesadilla: el personaje que encarna Bob, o el monstruo peludo que asalta al miedoso policía al doblar la esquina en los inicios de Mulholland Drive, o el malvado traficante de cocaína Frank en Terciopelo azul, o la figura de Bobby Peru, especialmente su boca llena de alambres.


[Galaxia Gutenberg]